CIUDAD DEL VATICANO.- La Barca de Pedro, originaria de las orillas del lago de Tiberíades, ahora se exhibe para los visitantes en la entrada de los Museos Vaticanos.
Esta reproducción fiel de una antigua embarcación, descubierta en 1986
en el fondo del lago de Tiberíades y resguardada en el museo Yigal Allon
de Ginosar, en Galilea, fue bendecida por el Papa Francisco como
regalo de la familia de armadores italianos Aponte el pasado 15 de
marzo.
Elaborada a mano por los Aprea, maestros carpinteros de la península sorrentina, con la colaboración del Instituto Diplomático Internacional de Roma.
El velero, de casi nueve metros de longitud por
dos de ancho, ha encontrado su ubicación definitiva en la entrada de
los Museos Vaticanos, reposando en la base de la moderna rampa
helicoidal también conocida como Via del Mare, un recorrido expositivo
permanente con modelos de embarcaciones de todo el mundo.
La barca de Pedro dará la bienvenida a peregrinos y turistas que
emprendan su peregrinaje hacia los Museos del Papa, es decir, «en la
Casa de todos», según una expresión apreciada por el Papa Francisco,
según informó la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano.
El hallazgo original de la embarcación, descubierto en las orillas del lago de Tiberíades
hace más de tres décadas durante una baja repentina del nivel del agua,
fue estudiado detenidamente. Bien conservado gracias al lodo, los
investigadores consideran que fue construido en la mitad del siglo I
a.C., mediante el examen de Carbono 14 y entre el 50 a.C. y el 50 d.C.,
según las evidencias proporcionadas por el material cerámico encontrado a
bordo.
Barbara Jatta, la directora de los Museos Vaticanos, explicó que
se trata de un bote a vela de 8,8 metros de longitud por 2,5 metros de
ancho, con un mástil de 8 metros, probablemente de la época de la
predicación de Jesús. «La embarcación, ideal para la pesca costera,
podía llevar a cuatro remeros y alrededor de una docena de personas».
Jatta destacó que es plausible que este naufragio del lago de Tiberíades
sea de la misma tipología que relatan Lucas (5, 1-11) y Marcos (4,
35-41).
El minucioso estudio del hallazgo original permitió a la familia Aprea, maestros carpinteros de Sorrento, crear una réplica precisa de la antigua embarcación.
Las operaciones de manipulación e instalación fueron complejas y se
llevaron a cabo a puertas cerradas el domingo pasado, con la ayuda de
técnicas de construcción especializadas y el respaldo de empresas
especializadas.
La directora Jatta destacó
que la barca de Pedro embellece los Museos Vaticanos al ser el «símbolo
de nuestra Iglesia guiada por el sucesor de Pedro». Explicó que «Jesús
invita a los discípulos vacilantes y dudosos a zarpar, confiando en
Dios. De manera similar, la Iglesia debe afrontar las tormentas y
dificultades del mundo para difundir el mensaje del Evangelio y de la
Gracia, sintiéndose reconfortada y respaldada. La embarcación es un
símbolo para todos nosotros: de nuestros miedos, pero también de
nuestras esperanzas y consuelos».
Jatta, historiadora italiana y la primera mujer en liderar los Museos del Papa, expresó así la relevancia de esta emblemática adición a la colección.
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