CIUDAD DEL VATICANO.- El Papa deberá materializar el próximo año, en el que cumplirá su
séptimo aniversario de Pontificado, con dos de los principales retos de
la Iglesia Universal, que guía a 1.200 millones de fieles en todo el
mundo: la reforma de la Curia y la lucha contra los abusos sexuales.
Tras cinco años de trabajo del Consejo de Cardenales que ayuda al
Pontífice en el gobierno de la Santa Sede, está previsto que Francisco
publique a principios de año que viene la nueva constitución apostólica
que sustituirá al actual ‘Pastor Bonus’, promulgado por Juan Pablo II en
1988.
En estos momentos, el proyecto de constitución apostólica, llamada
‘Praedicate Evangelium’ (‘Predicad el Evangelio’), está en una fase de
revisión final en el Pontificio Consejo de Textos Legislativos y la
Congregación para la Doctrina de la Fe. De este modo, solo falta la
firma del Papa, que podría producirse ya en enero.
Uno de los principales ejes que vertebran la nueva Carta Magna de la
Santa Sede es la descentralización de la Curia Romana, que pretende
lograrse a través de la implicación de los laicos, no solo como agentes
pastorales sino también como responsables en puestos claves de la
jerarquía de la Iglesia, sobre todo en áreas relacionadas con las
realidades temporales, no espirituales.
Ordenar las finanzas
Otro aspecto al que seguirá teniendo que hacer frente el Papa son las
finanzas del Vaticano. El pasado mes de noviembre, el Pontífice puso al
frente del control de las finanzas de la Santa Sede a Carmelo
Barbagallo. Además, el español Juan Antonio Guerrero asumirá el próximo 1
de enero el cargo de Prefecto de la Secretaría de Economía, un cargo
que permanecía vacante desde 2017 tras la excedencia del cardenal
australiano George Pell, condenado por abusos en Australia.
Guerrero tiene por delante la tarea de poner orden en las finanzas
vaticanas, salpicadas por un caso de una inversión millonaria en Londres
que ha hecho que por primera vez se allanen las oficinas de la
Secretaría de Estado del Vaticano y de la Autoridad Información
Financiera (AIF) y que de momento se ha saldado con la suspensión de
cuatro funcionarios de estas sedes centrales. Además, el Vaticano negó
este año que vaya a entrar en quiebra aunque reconoció que es necesaria
una revisión de las cuentas.
Eliminar el secreto ante los abusos
El año 2020 también será clave en la lucha contra los abusos
sexuales. El Pontífice deberá implementar de forma práctica una de sus
decisiones más relevantes del 2019: la eliminación del secreto
pontificio. Se trata de una petición histórica de las asociaciones de
víctimas de pederastia eclesial, que supone la obligación de cooperar
con la justicia civil.
Tras la cumbre que reunió a toda la jerarquía episcopal en febrero en
el Vaticano, el Papa publicó el motu proprio ‘Vos estis lux mundi’, un
compendio de reglas para erradica de cualquier caso de abusos las
prácticas del encubrimiento, equiparando esa ocultación al abuso y
dejando claro que es responsabilidad de todos denunciar.
En estos meses, las Iglesias locales han debido desarrollar
protocolos de protección y cursos de formación para los obispos de todo
el mundo para poder llegar a los estándares de transparencia y buen
hacer fijados por el Santo Padre.
Relación con China
Sobre la mesa de trabajo, también está la relación de la Iglesia
católica con China. La designación del cardenal arzobispo de Manila,
Luis Antonio Tagle, como nuevo prefecto de la Congregación para la
Evangelización de los Pueblos, el ente del Vaticano que se encarga de
las misiones, es clave en este sentido. No solo ha entrado un asiático
en la Curia Romana, antes reservada a los europeos y americanos, sino
que la ascendencia china del cardenal Tagle conecta con los esfuerzos de
Francisco por mejorar las relaciones con el Gobierno de Xi Jinping.
En agosto fue ordenado como obispo de Jinping (diócesis que también
es conocida como Ulanqab, en el Interior de Mongolia), Antonio Yao Shun,
lo que supuso la primera consagración episcopal desde el histórico
acuerdo entre Roma y Pekín sobre designación de obispos. Este convenio
se cerró en Pekín tras más de 60 años de desencuentros entre el Vaticano
y el régimen comunista chino sobre la gestión del catolicismo en China.
Parte del acuerdo incluía la aceptación de los siete obispos que el
gigante asiático había nombrado previamente sin el consentimiento
pontificia. Pero el nuevo sistema introduce un posible veto papal a las
ternas que se presenten desde Oriente.
Por otro lado, el Sínodo de la Amazonia culminó en octubre con la
condena en firme del ‘pecado ecológico’ que el Papa ahora quiere
introducir en el catecismo, además de la propuesta de ordenar a hombres
casados para solventar los problemas de evangelización en zonas remotas.
Este tema ha hecho aflorar ciertas tensiones internas en la Iglesia.
Por eso, la exhortación apostólica en relación a este Sínodo que
Francisco publicará en 2020 es muy importante.
El camino sinodal alemán: celibato y la mujer
Otro aspecto que genera tensión es el camino sinodal que ha iniciado
la Iglesia Católica alemana y que durará dos años, en los que los
obispos germanos tratarán junto con las organizaciones laicas aspectos
como el celibato, la moral sexual, el reparto de poder en la Iglesia o
el papel de la mujer.
Los obispos alemanes quieren con ese debate hacer una aportación a la
Iglesia universal pero el Vaticano ya ha avisó de que sus planes “no
son eclesiológicamente válidos”. Aún así, el pasado mes de septiembre se
aprobaron las normas para abordar este camino sinodal, cuyo proceso
comenzó el pasado 1 de diciembre.
Por otro lado, el Papa ha anunciado que en marzo de 2020 abrirá los
archivos vaticanos hasta el Pontificado de Pío XII, que transcurrió
durante la Segunda Guerra Mundial y que fue acusado por los judíos de
guardar silencio sobre el Holocausto.
En cuanto a los viajes previstos, de momento no hay agenda oficial,
aunque entre sus deseos para el próximo año está visitar Sudán del Sur o
Irak. En estas regiones, el Pontífice puede mostrar su apoyo continuo a
los cristianos perseguidos.
Francisco comenzará el año con su tradicional mensaje para la Jornada
Mundial de la Paz, que se celebrará el próximo 1 de enero, con una
denuncia al origen de las guerras: “la intolerancia a la diversidad del
otro, que fomenta el deseo de posesión y la voluntad de dominio”.
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