martes, 28 de octubre de 2014

El Papa: «El Big-bang no contradice la intervención creadora divina»

CIUDAD DEL VATICANO.- El papa Francisco ha afirmado que el Big-Bang, la teoría científica que explica el origen del universo, "no contradice la intervención creadora divina, al contrario, la exige". 

Así lo ha puesto de manifiesto durante la inauguración este lunes de un busto de bronce del papa emérito, que ha sido colocado en los Jardines Vaticanos, en concreto en la Casina Pio IV, sede de la Academia de las ciencias de la que ha sido miembro Joseph Ratzinger.
De este modo, el pontífice ha explicado que la evolución de la naturaleza no se contradice con la noción de Creación, porque la evolución presupone la creación de los seres que evolucionan. 
Así, ha destacado que "el inicio del mundo no es obra del caos que debe a otro su origen, sino que deriva directamente de un Principio Supremo que crea por amor".
Ante varios académicos de la Academia de las Ciencias reunidos en los Jardines Vaticanos, Francisco ha arremetido contra la idea de que Dios es "un mago con varita mágica que puede hacer de todo" porque, según ha explicado, Dios ha creado a los seres humanos con "autonomía", para que "lleguen a su propia plenitud". 
"Dios no es un demiurgo, o un mago, sino el Creador que ha dado el ser a todos los seres", ha exclamado.
La opinión del Papa rebate la idea expresada en diversas ocasiones por Stephen Hawking, considerado la mayor eminencia científica de nuestro tiempo en Fisica Teórica.

domingo, 26 de octubre de 2014

El Papa propone encontrar el rostro de Dios en los más frágiles en vez de usar "leyes y preceptos"

CIUDAD DEL VATICANO.- El Papa ha propuesto encontrar el rostro de Dios en los más frágiles, pequeños e indefensos en vez de hacer uso de "leyes y preceptos" durante el Ángelus de este domingo.

Asomado a la ventana de su estudio privado, en el Palacio Apostólico Vaticano el Papa ha afirmado que ante "los prefectos y prescripciones- las leyes de ayer y hoy" Jesús invita a buscar el rostro de Dios en los más débiles porque no se puede separar "la vida religiosa del servicio a los demás".
"No nos da dos fórmulas o dos prefectos sino dos rostros, es más uno solo: el de Dios que se refleja en tantos rostros, en el rostro de cada hermano, especialmente del más pequeño, más frágil e indefenso está presente la imagen misma de Dios", ha expresado.
Ante miles de fieles reunidos en la plaza de San Pedro el Papa ha inquirido: "¿Somos capaces de reconocer en él el rostro de Dios?".
Por otro lado, ha comentado que "el amor es la medida de la fe y la fe es el alma del amor" al tiempo que ha recordado la Encíclica de Benedicto XVI "Dios es amor" para subrayar que el amor a Dios y a los demás son "inseparables y complementarios".
Durante su catequesis, ha explicado que la Ley divina se resume en "el amor a Dios y al próximo". Ha relatado que es primer mandamiento "no porque esté en la cima del elenco de los mandamientos", ya que Jesús lo pone en el centro y no en lo alto "porque es el corazón desde donde debe partir y adonde debe volver". Así ha expresado que para ser santos hay que preocuparse de los más débiles "el extranjero, el huérfano o la viuda" como recoge el Antiguo Testamento.
En este sentido, ha recordado que no se puede dividir la oración, los sacramentos, o el encuentro con Dios "de la escucha al otro, de la cercanía a su vida y a sus heridas". 
"No se puede amar a Dios sin amar a los demás y no se puede amar a los demás sin amar a Dios", ha exclamado.

Un tenso sínodo sobre la familia abre una batalla interna en la revolución de Francisco I

CIUDAD DEL VATICANO.- La misa final del sínodo sobre la familia ofreció este domingo una escena que da la idea de cómo está el patio. El prefecto de Doctrina de la Fe, el alemán Gerhard Ludwig Müller, máxima autoridad de la ortodoxia católica, se largó sin saludar al Papa, lo mismo que el cardenal Raymond Leo Burke, prefecto del 'tribunal supremo' vaticano, que va diciendo que Francisco le va a echar por sus ideas y le destierra a Malta. Luego Müller desmintió el desaire, como si fueran maldades de periodistas, y explicó que ya le había saludado antes. Aún creyéndole, lo curioso es que el incidente es verosímil, algo impensable hasta antes del sínodo. 

Se habla de la revolución de Francisco desde el primer día, por los zapatos y cosas así, pero la real empezó en su primera rueda de prensa, en el avión que volvía de Brasil en julio de 2013. El símbolo, aquel titular histórico: «Si alguien es gay ¿quién soy yo para juzgarlo?». Luego, en noviembre, publicó su primer documento oficial de calado, la exhortación apostólica 'Evangelii Gaudium', donde advertía de que «los preceptos dados por Cristo son poquísimos». Y apuntaba su auténtica revolución: «La Iglesia puede llegar a reconocer costumbres propias no directamente ligadas al núcleo del Evangelio, algunas muy arraigadas en la historia que hoy ya no son interpretadas de la misma manera. No tengamos miedo de revisarlas». Este es el núcleo subversivo de las ideas de Bergoglio, que solo se ha marcado una línea roja ante el aborto y el sacerdocio femenino.
Esa revisión ha arrancado este mes, el trance más decisivo hasta la fecha del pontificado, con el sínodo extraordinario sobre la familia, del 4 al 19 de octubre. Francisco ha salido vencedor de un pulso muy duro, pero que aún no ha terminado. Durará un año, hasta otro sínodo definitivo en el que será la batalla final. Los sínodos son congresos periódicos de obispos de todo el mundo, un intento democrático impulsado por las reformas del Concilio Vaticano II en los sesenta, que hasta ahora no han servido para mucho. De hecho solo el segundo, en 1971, en el que se abordó el celibato, suscitó un interés y una controversia comparable al actual. Luego languidecieron, pero Bergoglio los ha revitalizado. 
El último ha estado marcado por tres rasgos nuevos: la libertad de opinión, la transparencia de esas opiniones y el consiguiente reflejo, sin censuras, de una fuerte división interna en la Iglesia. En el resultado estriba el éxito de Francisco: ha quedado patente, con números, que existe una mayoría favorable a aperturas en cuestiones como el trato a los divorciados, las diversas formas de familia ajenas al matrimonio católico y las parejas homosexuales. Asomó en el sorprendente borrador del texto final, luego modificado.
En torno a estos hechos objetivos, se ha creado un juego táctico ambiguo. El Papa, oficialmente, está por encima de las discusiones, pero en realidad está pilotando el debate hacia los cambios. Por su parte el Vaticano y el clero quitan hierro a las diferencias y hablan de «diálogo fraterno», pero la verdad es que hay muy mal ambiente. El bando tradicionalista, que se siente atacado, está plantando cara. A cualquier precio, como revela la visita de algunos prelados conservadores a Ratzinger para intentar ponerlo de su parte y contra el Papa, aunque el Pontífice emérito les mandó por donde habían venido. Fuera de la Iglesia los sectores conservadores ya miraban con alarma a Bergoglio, pero ahora el frente es interno.
El debate, en esencia, es de 'misericordia' contra 'doctrina', entendida por sus defensores como verdad inmutable. «No se puede dar la impresión de que durante dos mil años en la Iglesia no ha habido misericordia y que aparece ahora. Tiene sentido si va pareja a la verdad», dice indignado el líder de los obispos polacos Stanislaw Gadecki, que declaró «inaceptables» las aperturas del borrador del texto sinodal. «Es un error escuchar más a la gente que la verdad de la fe, no se puede poner todo en discusión», advierte el cardenal Velasio De Paolis. «La verdad del Evangelio no puede mutar a nuestro placer, por las llamadas exigencias pastorales», repite el cardenal Walter Brandmüller. Pero, replica el presidente del Consejo para la Familia, Vincenzo Paglia, «el cambio ha empezado, no hay vuelta atrás».
Las hostilidades se abrieron en febrero, cuando el cardenal alemán Walter Kasper, histórico exponente progresista y apreciado por el Papa, fue el encargado de abrir un consistorio que perfiló el debate. Propuso permitir la comunión a los divorciados casados por segunda vez, una reforma que, pese a parecer tímida, abre un grieta de efectos imprevisibles en el andamio doctrinal. Se dibujaron los bandos y la discusión tuvo un salto cualitativo cuando Müller, Burke y otros tres cardenales publicaron un libro contra toda apertura. Fue la primera operación de disenso abierto y oficial contra el Papa, un gesto que hubiera sido insólito contra Juan Pablo II o Benedicto XVI. Aún más viniendo del guardián de la doctrina oficial, supuesta mano derecha del Papa, como Ratzinger lo era de Wojtyla. Pero es que Müller fue nombrado por Benedicto XVI y heredado por Bergoglio.

sábado, 25 de octubre de 2014

Papa Francisco: "La corrupción es un mal más grande que el pecado"

CIUDAD DEL VATICANO.- El Papa ha advertido de que "la corrupción es un mal más grande que el pecado", durante la audiencia a una delegación de la Asociación Internacional de Derecho Penal a quien dirigió un discurso centrado en los puntos que, en ese ámbito, interpelan a la Iglesia en su misión de evangelización y de promoción humana.

   "La escandalosa concentración de la riqueza global --ha dicho-- es posible a causa de la connivencia de los responsables de la cosa pública con los poderes fuertes. La corrupción, es en si misma un proceso de muerte y un mal más grande que el pecado. Un mal que, más que perdonar, hay que curar".
   Por otro lado, el Pontífice ha recordado a los juristas la necesidad de adoptar instrumentos legales y políticos que no caigan en la "lógica mitológica del "'chivo expiatorio'", es decir, del individuo acusado injustamente de las desgracias que afectan a una comunidad y, por ellos, sacrificado, así como de rechazar la creencia según la cual la sanción penal consigue beneficios que requerirían, en cambio, la implementación de políticas sociales económicas y de inclusión social.
   Francisco también ha reafirmado la "condena absoluta" de la pena de muerte, reiterando la primacía de la vida y la dignidad de la persona. En este sentido, ha subrayado que para un cristiano es "inadmisible" y, en este contexto, también se ha referido a las llamadas 'ejecuciones extrajudiciales', es decir, los homicidios deliberados cometidos por algunos estados o sus agentes y presentados como consecuencia del uso razonable, necesario y proporcional de la fuerza para aplicar la ley.
   Asimismo, ha destacado que la pena de muerte es utilizada en los regímenes totalitarios como "un instrumento de supresión de la disidencia política o de persecución de las minorías religiosas o culturales".
   El Papa también se ha detenido en las condiciones de los encarcelados, entre ellos, los presos sin condena y los condenados sin juicio afirmando que la prisión preventiva, cuando se usa de forma abusiva constituye otra forma contemporánea de pena ilícita oculta, más allá de la legalidad.
   En esta línea, también ha criticado las condiciones deplorables de las penitenciarías en buena parte del planeta. Francisco habló también de la tortura y de otros tratos inhumanos y degradantes, afirmando que en nuestros días las torturas se administran no sólo como un medio para lograr un fin particular, tales como la confesión o denuncia -practicas características de la doctrina de la seguridad nacional - sino que constituyen un dolor añadido a los males propios de la detención.
   En esta línea, ha lamentado la aplicación de sanciones penales a los niños y ancianos condenando su uso en ambos casos, así como algunas formas de criminalidad que hieren gravemente la dignidad de la persona y el bien común, entre ellas, la trata de personas y la esclavitud. Entre estas formas de criminalidad, ha citado también la pobreza absoluta en que viven más de mil millones de personas y la corrupción.

jueves, 23 de octubre de 2014

El Papa Francisco apela al tiempo y la discusión para reformar la Iglesia

CIUDAD DEL VATICANO.- Tras ganarse los elogios del mundo por su estilo fresco y abierto, la luna de miel parece haber terminado para el Papa Francisco.

Dos semanas de un acalorado sínodo expusieron la polarización en la Iglesia Católica sobre el intento del Papa de reformar el tradicional enfoque sobre moralidad sexual para ser más abierta a las personas gay y flexibilizar las restricciones sobre católicos divorciados que se vuelven a casar.
Francisco, un jesuita que no le teme a un debate franco, generó un choque de opiniones que no se veía desde el reformista Segundo Concilio del Vaticano de 1962-1965.
En vez de imponer sus puntos de vista como puede hacerlo un Papa, Francisco eligió el difícil camino de que sus obispos discutan libremente las enseñanzas católicas sobre sexo.
Casi 200 obispos ovacionaron de pie al Papa, que ganó el apoyo general para su esfuerzo de reforma, en el cierre del sínodo el sábado. Pero una minoría que se hace oír, respaldada por lo que un cardenal llamó una "masiva ola de ataques" contra el Papa desde medios tradicionalistas, emergió para bloquear algunas de las propuestas.
El sínodo se reunirá de nuevo en octubre del 2015 para hacer sus recomendaciones finales al Papa. Hasta ese momento, el pontífice cuenta con las discusiones entre católicos para aumentar el respaldo a las reformas. Sus críticos dicen que usarán el tiempo para oponerse a ellas.
"El Papa ha puesto su autoridad en peligro", dijo el experto francés sobre el Vaticano Jean-Marie Guenois, autor de un nuevo libro sobre el líder católico y sus intenciones de reforma. "Si falla en hallar una solución, será su fracaso", agregó.
Massimo Faggioli, un historiador de la iglesia en la Universidad Saint Thomas en Minnesota, vio "diferentes culturas católicas" surgiendo y dijo que mantenerlas juntas "será la mayor apuesta de Francisco en los próximos 12 meses".
"Podría ser difícil en adelante para él hablarle a todos los católicos", dijo el experto, que añadió que algunos conservadores nostálgicos de los predecesores más doctrinarios Juan Pablo y Benedicto "pensarán que debe renunciar de inmediato".
Los obispos tienen previsto continuar con las discusiones con el clero y los laicos en sus diócesis antes del segundo sínodo. Francisco dijo que el tiempo permitiría que las ideas "maduraran" sin decir exactamente qué es lo que quiere ver surgir del proceso.
El desafío será hallar un consenso entre gran parte de los religiosos occidentales abiertos a los cambiantes estilos de vida y los tradicionalistas.
Los últimos son especialmente influyentes en África donde la Iglesia está creciendo, donde la homosexualidad es vista como un tabú y la poligamia en vez del divorcio o la convivencia es el principal problema para el matrimonio católico.
"Lo que la Iglesia Católica está intentando hacer es una aventura sociológica", dijo el cardenal de Múnich Reinhard Marx, asesor destacado de Francisco, durante el sínodo.
"Hallar un lenguaje común en temas existenciales como sexualidad y matrimonio en África, Asia, Manhattan y (el distrito romano del Trastevere no es realmente posible", agregó.
Cuando el argentino Jorge Mario Bergoglio fue elegido Papa en marzo del 2013, sus colegas le dieron un claro mandato para limpiar las turbias finanzas del Vaticano, reorganizar la burocracia de la Curia y lidiar con la crisis de sacerdotes abusadores de menores.
Pero el ex arzobispo de Buenos Aires tenía ambiciones más amplias, como un papado menos señorial y adoptar una postura más compasiva para los divorciados, gays o parejas no casadas que conviven pese a la desaprobación tradicional de la Iglesia.
"¿Quién soy yo para juzgar?", dijo de los católicos homosexuales en julio del 2013, declaraciones que claramente señalaban un nuevo tono en el Vaticano, aunque afirmó que no cambiaría las antiguas doctrinas.
Una encuesta global sin precedentes ordenada por Francisco el año pasado mostró un amplio desacuerdo con las enseñanzas de la Iglesia sobre el sexo, especialmente entre los jóvenes en países occidentales.
La encuesta se convirtió en la base para el debate en los sínodos, que previamente habían sido asuntos cuidadosamente manejados con poco debate.
Durante el sínodo, los católicos archiconservadores, muchos de ellos de Estados Unidos y África, se quejaron de que la reunión estaba orquestada para aprobar las reformas liberales.
El cardenal estadounidense Raymond Burke, el principal juez del Vaticano, acusó al Papa de dañar a la Iglesia.
Cuando un texto provisiorio dijo que la Iglesia debería recibir a personas gay y aceptar la homosexualidad, los conservadores presionaron y lograron suavizar la traducción en inglés aunque el original en italiano conservó el lenguaje oficial.
Al final, los obispos accedieron a casi todas las propuestas del sínodo excepto las tres sobre gays y católicos divorciados con un lenguaje más atenuado que el texto provisorio.
Sorpresivamente, Francisco dejó los tres párrafos rechazados en el documento final y publicó el voto total, usualmente secreto, para mostrar que además no alcanzó la mayoría de dos tercios necesarios para ser aceptados, por lo que continuarán en el debate y tienen posibilidad de ser aprobados en el próximo sínodo.
Pese a su hábil manejo de las reglas, no está claro exactamente cuántas reformas quiere Francisco o qué decidirá. Predecir el resultado es más complicado por el hecho de que no todos los delegados en el próximo sínodo serán los mismos que en el primero.
Francisco terminó el sínodo con un conmovedor discurso en el que advirtió a los tradicionalistas contra una "inflexibilidad hostil" y a los liberales contra un enfoque destructivo de "hacer el bien".

domingo, 19 de octubre de 2014

El Papa Francisco proclama beato a Pablo VI


CIUDAD DEL VATICANO.- El Papa Francisco proclamó este domingo beato a Pablo VI durante una misa en la Plaza de San Pedro en el Vaticano a la que asistieron decenas de miles de personas.

Después de la ritual petición de beatificación expuesta al papa por el obispo de Brescia, Luciano Monari, Francisco pronunció la formula en latín que declaraba beato al pontífice que clausuró el Concliclio Vaticano II y que firmó importantes encíclicas como la "Humanae Vitae".
Francisco leyó que "desde ahora el Papa Pablo VI será llamado beato y se celebrará su fiesta, en los lugares y según las reglas establecidas, cada año el 26 de septiembre".
La ceremonia eucarística comenzó con la lectura de la biografía del Papa Montini por parte del postulador de la causa de beatificación, Antonio Marrazzo.
Tras su entrada en la Plaza de San Pedro, Francisco saludó al Papa Emérito Benedicto XVI que asistió a esta beatificación, pues fue Pablo VI quien le nombró cardenal.
Estuvieron presentes en la ceremonia los 253 participantes en el Sínodo de la familia que concluyó ayer, ya que también esta ceremonia clausurará la asamblea extraordinario que se ha celebrado en estos días.
El milagro atribuido a la intercesión de Pablo VI, y que le permitió ser beatificado, es la curación de un feto a principios de la década de 1990 en California, después de que se diagnosticase que tenía graves problemas cerebrales, pero la madre se negó a abortar y el niño nació sin problemas.
Junto al altar se expuso como reliquia la camiseta ensangrentada de Pablo VI, después del atentado, en 1970, cuando un pintor boliviano le hirió con dos puñaladas a su llegada al aeropuerto de Manila.
Durante la clausura del Sínodo extraordinario de los obispos sobre la familia, Francisco destacó que fue "una gran experiencia" de unión, al mismo tiempo que pidió "creatividad" y "libertad" para la próxima asamblea del mismo tema en 2015.
La homilía le sirvió al Papa para reafirmar "que la Iglesia es llamada con premura a hacerse cargo de las heridas abiertas y a devolver la esperanza a tantas personas que la han perdido".
Francisco aseguró que el Sínodo, que ha debatido durante dos semanas temas relacionados con la familia, "ha sido una gran experiencia" vivida con "sinodalidad" y "colegialidad".
El papa argentino añadió que durante estos días los participantes en la asamblea de los obispos han sentido "la fuerza del Espíritu Santo que guía y renueva sin cesar a la Iglesia, llamada, con premura, a hacerse cargo de las heridas abiertas y a devolver la esperanza a tantas personas que la han perdido".
Por ello, Francisco dio gracias a Dios "por el don de este Sínodo y por el espíritu constructivo con que todos han colaborado".
Y pidió que "el Espíritu Santo, que en estos días intensos nos ha concedido trabajar generosamente con verdadera libertad y humilde creatividad, acompañe ahora, en las Iglesias de toda la Tierra, el camino de preparación del Sínodo Ordinario de los Obispos del próximo mes de octubre de 2015".
"Hemos sembrado y seguiremos sembrando con paciencia y perseverancia, con la certeza de que es el Señor quien da el crecimiento", concluyó.
El documento final que ayer aprobaron los llamados "padres sinodales", los obispos con derecho al voto, contenía propuestas para la acogida a los gais y divorciados, pero no todos los puntos consiguieron la mayoría de dos tercios que se había requerido en las votaciones anteriores.
No obstante, el Papa quiso que el documento, también con los tres puntos que no alcanzaron la mayoría, fuera publicado por completo, para continuar el debate, a pesar de las divisiones, en el próximo Sínodo.
Entre ellos, el punto 52, en el que se proponía estudiar un camino penitencial para que los divorciados que se han vuelto a casar pudiesen recibir los sacramentos, fue el que más votaciones en contra tuvo, pero finalmente fue aprobado por 104 votos a favor y 74 en contra.
Lo mismo ocurrió con el punto 53 (112 a favor y 63 en contra) que instaba a continuar estudiando la posibilidad de que los divorciados que han vuelto a casarse puedan recibir "la comunión espiritual" o "por qué no pueden recibir la comunión sacramental".
La mayoría también aprobó, aunque hubo 62 votos en contra, que "los hombres y las mujeres con tendencias homosexuales deben ser acogidos con respeto y delicadeza" y que se "evitará cualquier marca de discriminación".
A pesar de estas divisiones, el gran denominador común, como ya reflejó el mensaje de clausura también aprobado por los obispos durante la mañana, es que la Iglesia debe ser "una casa con la puerta siempre abierta, recibiendo a todos sin excluir a nadie".

Pablo VI, el Papa que clausuró el concilio Vaticano II

CIUDAD DEL VATICANO.- Pablo VI, beatificado este domingo por el Papa Francisco, fue el primer Papa con un pontificado viajero durante el que clausuró el Concilio Vaticano II, interrumpido por la muerte de Juan XXIII, y propugnó la reconciliación entre las diferentes Iglesias.

El Papa Pablo VI, cuyo nombre era Giovanni Battista Enrico Antonio Maria Montini, fue el pontífice 262 de la Iglesia Católica.
Nació en el seno de una familia acomodada en Concesio, cerca de Brescia, en la región italiana de Lombardía, el 26 de septiembre de 1897.
Educado por jesuitas, ingresó en 1916 en el seminario, pero debido a su frágil salud, se le permitió vivir en casa.
El 29 de mayo de 1920 fue ordenado sacerdote y enviado a Roma.
Comenzó sus estudios diplomáticos en la Academia de los Nobles Eclesiásticos y continuó la carrera de derecho en la Universidad Gregoriana.
En 1922 ingresó en el servicio papal adscrito a la Secretaría de Estado, donde permaneció durante treinta años.
Un año más tarde, fue trasladado a Varsovia como consejero en la nunciatura, pero retornó a Roma en 1924 debido a su siempre precario estado de salud, al que no sentaban bien los duros inviernos polacos.
En 1931 le fue asignada la cátedra de Historia Diplomática y en 1937 fue nombrado asistente del cardenal Pacelli, en ese momento secretario de Estado, más tarde Pío XII.
Tras la elección del papa Pío XII, en 1939, Montini permaneció bajo las órdenes directas del cardenal Luigi Maglione y del propio Papa, del que fue uno de sus más estrechos colaboradores.
En 1952, Pío XII reveló que le había ofrecido el capelo cardenalicio, pero que él lo había rechazado; un año más tarde fue nombrado arzobispo de Milán, donde pronto fue conocido como "arzobispo de los pobres".
En 1958 fue consagrado cardenal por Juan XXIII, quien lo nombró su asistente y le encomendó la preparación del Concilio Vaticano II, convocado en 1962 por el más tarde conocido como "Papa Bueno".
El 21 de junio de 1963, tras la muerte de Juan XXIII, el cardenal Montini fue elegido papa en el tercer día de cónclave y adoptó el nombre de Pablo VI.
Durante su papado (1963-1978) concluyó el Concilio Vaticano II, la gran asamblea ecuménica que marcó al mundo católico en la segunda mitad del siglo XX y que supuso la mayor revisión de la liturgia desde el Concilio de Trento.
Impulsor de la idea ecuménica del Concilio, Pablo VI inauguró los viajes por el mundo. Visitó Tierra Santa (1964), donde se produjo el histórico encuentro con el Patriarca ortodoxo Atenagoras I.
Viajó también a Bombay (India), la ONU (1965), Fátima (Portugal), Estambul, Bogotá, Ginebra, Uganda, Asia Oriental y Australia y vivió los difíciles años que sucedieron al Concilio, en los que la tensión entre la primacía del papa y la colegialidad del episcopado, fue una constante.
Pablo VI falleció en Castelgandolfo, residencia de verano de los papas, en la madrugada del domingo 6 de agosto de 1978. Le sucedió Juan Pablo I.
El papa Montini dejó escritas siete encíclicas: "Ecclesiam Suam" (1964), "Mense Maio" (1965), "Mysterium Fidei" (1965), "Christi Matri" (1966), "Populorum Progressio" (1967), "Sacerdotalis Caelibatus" (1967) y "Humanae Vitae" (1968), esta última en la que reafirmó la negativa de la Iglesia Católica al control de la natalidad y a los métodos anticonceptivos.
El 11 de mayo de 1993, quince años después de su muerte y durante el pontificado de Juan Pablo II, se inició oficialmente su proceso de beatificación.
En 2012, Benedicto XVI le otorgó el título de "Venerable Siervo de Dios", primer paso hacia la santidad, y en 2014, el papa Francisco comunicó la fecha de su beatificación el 19 de octubre de 2014, tras aceptar el supuesto milagro por su intercesión y una vez finalizado el sínodo de los obispos sobre la Familia en el Vaticano.
El supuesto milagro aceptado por su intercesión se refiere a la "sanación" de un feto en 2001 en California (Estados Unidos) del que dijeron presentaba daños cerebrales irreversibles.

lunes, 13 de octubre de 2014

Un documento vaticano desafía a cambiar la actitud de la Iglesia hacia los gays

CIUDAD DEL VATICANO.- En un dramático cambio de tono, un documento del Vaticano  este lunes que los homosexuales tenían "dones y atributos para ofrecer" y preguntó si el catolicismo podría aceptar a los gays y reconocer los aspectos positivos de las parejas del mismo sexo.

El documento, preparado después de una semana de discusiones en una asamblea de 200 obispos sobre la familia, dijo que la Iglesia debería desafiarse a sí misma para encontrar "un espacio fraternal" para los homosexuales sin comprometer la doctrina católica sobre familia y matrimonio.
Aunque el texto no señaló ningún cambio en la condena de la Iglesia a los actos homosexuales o su oposición al matrimonio homosexual, utilizó un lenguaje menos severo y más compasivo que en textos previos del Vaticano bajo otros Papas.
El documento será la base para las discusiones para la segunda y última semana de la asamblea, conocida como sínodo, que fue convocada por el papa Francisco y se enfoca en el tema de la familia.
También servirá para futuras reflexiones entre los católicos de todo el mundo antes de otro sínodo el año próximo.
"Los homosexuales tienen dones y atributos para ofrecer a la comunidad cristiana: ¿somos capaces de darle la bienvenida a esta gente, garantizándoles un espacio mayor en nuestras comunidades? Muchas veces ellos quieren encontrar una Iglesia que les ofrezca un hogar acogedor, dijo el texto.
"¿Son nuestras comunidades capaces de probar eso, aceptando y valorando su orientación sexual, sin comprometer la doctrina católica sobre la familia y el matrimonio?", preguntó en el documento conocido en latín como "relatio".
John Thavis, experto en el Vaticano y autor del exitoso libro de 2013 "The Vatican Diaries", calificó el documento como "un terremoto" en la actitud de la Iglesia hacia los gays.
"El documento refleja claramente el deseo del papa Francisco de adoptar un acercamiento pastoral más misericordioso sobre los temas del matrimonio y la familia", sostuvo.
Un número de participantes en el sínodo a puertas cerradas ha dicho que la Iglesia debería moderar el tono en su lenguaje condenatorio cuando se refiere a las parejas gay y evitar frases como "desorden intrínseco" cuando habla de los homosexuales.
Esa fue la frase usada por el anterior papa Benedicto XVI en un documento escrito antes de su elección, cuando todavía era el cardenal Joseph Ratzinger y dirigía el departamento doctrinal del Vaticano.
El lenguaje y tono del documento del lunes, leído a la asamblea en presencia del papa Francisco, parecía mostrar que los defensores de un tono más compasivo hacia los homosexuales y los católicos en las llamadas "situaciones irregulares" había prevalecido.
El texto indicó que los 1.200 millones de miembros de la Iglesia deberían ver el desarrollo de su posición sobre los homosexuales como "un importante desafío educativo" para la institución global.

domingo, 5 de octubre de 2014

El Papa insta a los obispos a frenar luchas internas

CIUDAD DEL VATICANO.- El papa Francisco inauguró el domingo una asamblea mundial de la Iglesia Católica Apostólica Romana mostrando su aparente molestia con los líderes clericales que por momentos han librado una amarga lucha pública entre progresistas y conservadores en temas sobre la familia.

El Sínodo es el primero desde la elección Francisco hace 19 meses y tiene el objetivo de cambiar a una institución golpeada por una disminución de sus miembros en muchos países y escándalos que incluyen abusos sexuales contra menores por parte de sacerdotes e irregularidades en las finanzas del Vaticano.
Es visto como una prueba para la visión que el Sumo Pontífice tiene la Iglesia, que desea que sea más cercana a los pobres y a los que sufren y que no se obsesione por temas como la homosexualidad, el aborto y la anticoncepción.
Francisco, en el sermón de una misa solemne en la Basílica de San Pedro durante la inauguración formal del Sínodo al que asistieron cerca de 200 obispos, aludió a las luchas internas que precedieron a la reunión y aclaró que no estaba contento con ellas.
"Las asambleas sinodales no sirven para discutir ideas hermosas y originales, o para ver quién es más inteligente", declaró. Comparando a la Iglesia con un viñedo, Francisco dijo que debe ser nutrida con libertad, creatividad y trabajo duro.
Los liberales en la Iglesia dicen que los conservadores intentan dictar el resultado del Sínodo, especialmente en el tema de si la Iglesia debería modificar sus enseñanzas que le niegan la comunión a los católicos que se han divorciado y luego han vuelto a casarse mediante las leyes civiles.
No se esperan cambios inmediatos como resultado del Sínodo, aunque preparará el camino para una mayor reunión de sacerdotes católicos el próximo año que presentará al Santo Padre sugerencias que podrían llevar a cambios en temas relacionados con la familia y la moral sexual.
El cardenal Leo Raymond Burke, un estadounidense conservador, y otros cuatro cardenales de pensamiento similar lanzó un ataque el mes pasado al publicar en conjunto un libro titulado "Seguir en la Verdad de Cristo", defendiendo a la fuerza el status quo en las normas para quienes se han divorciado y vuelto a casar.
El principal blanco de las críticas de Burke ha sido el cardenal Walter Kasper, un alemán que ha planteado que la Iglesia debe hallar formas de mostrar misericordia a la gente cuyo primer matrimonio ha fracasado y que quiere seguir siendo una parte integral de la Iglesia.
El debate sobre temas de la familia se ha intensificado después de que un sondeo mundial mostrase que muchos católicos ignoran las enseñanzas de la Iglesia sobre control de la natalidad, el sexo antes del matrimonio y la aceptación de la homosexualidad.
Kasper, a quien Francisco ha descrito como uno de sus teólogos favoritos, ha acusado a sus críticos de atacarlo porque alentar al diálogo y ha indicado que el Pontífice podría estar abierto a cambios en las enseñanzas si se lo recomiendan los obispos.
No se espera que el Sínodo aborde la crisis por los abusos sexuales ni los escándalos relativos a las finanzas del Vaticano, aunque sus participantes son libres de presentar cualquier tema en el debate.

El Papa abre el Sínodo de la Familia con un llamamiento a la humildad

CIUDAD DEL VATICANO.- El Papa ha inaugurado el Sínodo sobre la Familia con una advertencia sobre los riesgos de "la codicia del dinero y el poder" y "los malos pastores" -gobernantes y otras autoridades- que cargan sobre las personas responsabilidades que ni ellos mismos asumen. 

Con estas palabras se expresó el pontífice durante su homilía, que centró la solemne misa inaugural del Sínodo celebrada en la basílica de San Pedro y a la que acudieron sus más de 250 obispos participantes de todo el mundo. Ante esta "intensa" asamblea que se desarrollará durante las próximas dos semanas a puerta cerrada, Francisco instó a sus obispos a "cooperar" en el cuidado de la familia y cultivar la sociedad con "libertad, creatividad y laboriosidad". 
La familia es, para el argentino, la piedra angular de la sociedad, "parte integral de su designio del amor (de Dios) por la Humanidad", y por ello es preciso "cuidarla".
Con tono severo, Bergoglio advirtió durante su alocución de una serie de peligros que pueden afectar a la familia y que a menudo están encarnados por los propios "pastores" a quienes Dios "encomendó que labraran" y cuidaran de su pueblo. Ante los prelados, Francisco alertó nuevamente de los riesgos de "la codicia del dinero y del poder" y del efecto que causan sobre los "malos pastores" que cargan sobre los hombros de las personas "fardos insoportables" que ellos mismos "ni siquiera tocan con un dedo".
También alertó de quienes tienen la tentación de "apoderarse" de la sociedad a causa de una codicia que "nunca falta en nosotros, seres humanos".
 "El sueño de Dios siempre se enfrenta con la hipocresía de algunos servidores suyos. Podemos frustrar el sueño de Dios si no nos dejamos guiar por el Espíritu Santo", catequizó. Asimismo, explicó que las asambleas sinodales como la que dio inicio hoy "no sirven para discutir ideas brillantes y originales, o para ver quién es más inteligente... Sirven para cultivar y guardar mejor la viña del Señor, para cooperar en su sueño, su proyecto de amor por su pueblo".
Ayer, con motivo de una vigilia de oración ante la asamblea, el papa recomendó a los prelados escuchar "el grito del pueblo" y prestar atención a "los latidos de este tiempo" con el fin de abordar con "credibilidad" la temática de la familia. "Para encontrar lo que el Señor pide a su Iglesia, debemos escuchar los latidos de este tiempo y percibir el olor de los hombres de hoy, hasta quedar impregnados de sus alegrías y de sus esperanzas, sus tristezas y sus angustias. En ese momento sabremos proponer con credibilidad la buena noticia de la familia", dijo.
La Santa Sede, como epicentro del Catolicismo, ha pedido que no se monopolice el Sínodo con temas estrictamente occidentales, como puedan ser la secularización, el divorcio o el auge legislador del matrimonio homosexual. Y es que de los 253 participantes, que debatirán en el Vaticano a puerta cerrada, más del 60% provienen de Asia, América Latina, África y Oceanía, regiones con unas exigencias pastorales diversas a las que afronta la sociedad occidental. No obstante, el matrimonio y la adopción para las personas homosexuales o el divorcio estarán presentes durante los debates, ya que el Vaticano preguntó por estos temas en un cuestionario enviado a las Conferencias Episcopales el pasado año para compilar el documento preparatorio.
Ese dossier de 70 páginas, que recibe el nombre de "Instrumentum Laboris" (documento de preparación), destaca otros "desafíos" que también serán abordados como "la debilidad de la figura paterna", "la violencia" familiar sobre las mujeres y niños, la ludopatía, el alcoholismo o incluso "los ritmos de trabajo intensos" que impiden dedicar atención a los hijos. 
Este Sínodo comporta otra particularidad: entre los 38 auditores -que carecen de derecho a voto- habrá 14 matrimonios, algunos de ellos conformados por personas de diferente credo y que abrirán cada sesión narrando sus experiencias conjuntas. 
Otra de las novedades reside en que no habrá un elenco final de las proposiciones a este respecto de los padres sinodales, una lista presentada tradicionalmente al pontífice para que este redactara el documento final del Sínodo.
En su lugar se votará un documento común que servirá de guía para el próximo Sínodo ordinario del mismo tema, que se celebrará en octubre de 2015, y tras el cual verán la luz las conclusiones del papa, recogidas en su exhortación postsinodal.
Esta asamblea extraordinaria tocará a su fin el domingo 19 de octubre con la beatificación del papa Pablo VI, quien, además de concluir el decisivo Concilio Vaticano II, instituyó el Sínono de Obispos.