lunes, 30 de septiembre de 2013

El Papa hace oficial y permanente el Consejo de Cardenales para el gobierno de la Iglesia y la reforma de la Curia

CIUDAD DEL VATICANO.- El grupo de ocho cardenales que asesoran al Papa Francisco ha quedado institucionalizado como Consejo de Cardenales, cuyas funciones esenciales serán ayudar al gobierno de la Iglesia universal y estudiar un proyecto de reforma de la Curia. El Pontífice ha tomado esta decisión a través de un quirógrafo publicado este lunes, según ha avanzado el jefe de la Oficina de Prensa del Vaticano, el padre Federico Lombardi.

   El Consejo de Cardenales, que se reúne del 1 al 3 de octubre con el Santo Padre, queda de este modo oficializado tras una "madura reflexión" del Papa, tal y como ha explicado Lombardi, y tras las sugerencias vertidas en las congregaciones generales del cónclave en el que el cardenal Jorge María Bergoglio fue elegido Pontífice.
   Así, dicho grupo ha sido institucionalizado como un 'Consejo de cardenales' permanente y tendrá dos finalidades principales, según indica el documento: "ayudar al gobierno de la Iglesia universal y estudiar un proyecto de revisión de la Constitución Apostólica 'Pastor bonus' sobre la Curia romana".
   Además, aunque actualmente son ocho los cardenales que inicialmente asesorarán al Papa, este número podrá variar si así lo considera conveniente el Pontífice, según señala el texto. Cada uno de ellos podrá ser consultado de forma individual, además de colegiadamente.
   En el documento, con fecha del 28 de septiembre de 2013, el Pontífice precisa que este Consejo será una "ulterior expresión de la comunión episcopal y de la ayuda al ministerio petrino que el episcopado esparcido por el mundo puede ofrecer".
   Asimismo, explica que este Consejo tiene su raíz en las sugerencias vertidas en las congregaciones generales del cónclave. "Figuraba la de la conveniencia de instituir un restringido grupo de miembros del Episcopado, procedentes de las diversas partes del mundo, que el Santo Padre pudiera consultar, singularmente o de forma colectiva, sobre cuestiones particulares", señala

Mañana inicia sus reuniones

Mañana, 1 de octubre, tendrá lugar la primera de las tres reuniones del Papa Francisco con el Consejo de Cardenales, instituido con el Quirógrafo del 28 de septiembre.

El consejo está compuesto por los cardenales: Giuseppe Bertello, Presidente de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano, Francisco Javier Errázuriz Ossa, arzobispo emérito de Santiago de Chile (Chile), Oswald Gracias, arzobispo de Bombay (India), Reinhard Marx, arzobispo de München und Freising (Alemania), Laurent Monsengwo Pasinya, arzobispo de Kinshasa (República Democrática del Congo), Sean Patrick O'Malley, O.F.M. Cap., arzobispo de Boston (EE.UU) George Pell, arzobispo de Sydney (Australia). Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga, S.D.B., arzobispo de Tegucigalpa (Honduras), con funciones de coordinador y el obispo Marcello Semeraro de Albano (Italia) con funciones de secretario.


Durante tres días el Consejo se reunirá en la Biblioteca privada de la III loggia, es decir en el Apartamento Papal y las sesiones de trabajo serán matutinas y vespertinas. El Santo Padre participará en ellas, excepto el miércoles por la mañana cuando tiene lugar la audiencia general, ha explicado el director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Padre Federico Lombardi. S.I., aclarando que las conversaciones serán privadas, es decir, no se prevé ninguna comunicación una vez terminadas. 
También ha puntualizado que, como se lee en el quirógrafo publicado hoy, el Papa se reserva la facultad de configurar el Consejo de la forma más adecuada, pudiendo aumentar el número de miembros.


Asimismo ha observado que todos los miembros del Consejo, excepto el Secretario y el cardenal Bertello (que representa a la Curia) son arzobispos de grandes diócesis y por lo tanto con amplia experiencia pastoral. “La institución del Consejo de Cardenales - ha dicho- es un enriquecimiento ulterior que brinda el Papa al gobierno de la Iglesia” y ha recordado que Francisco en su pontificado recurre con frecuencia a las consultas, como en el caso de la reunión con los jefes de dicasterio, y muestra de ello es también su interés por la renovación del método de trabajo del Sínodo.


El Consejo no está en relación con otras instituciones de la Iglesia y no es un elemento de arquitectura de la misma, sino un órgano consultivo del Papa, ha proseguido Lombardi, explicando que desde el anuncio, en abril, de la institución de un grupo de ocho cardenales para ayudar al Papa en el gobierno de la Iglesia, los componentes han recogido sugerencias y propuestas en sus áreas de competencia respectivas. También, en preparación de la reunión de octubre, han llegado al Papa contribuciones de otro tipo, se ha solicitado el parecer de los jefes de dicasterio y se ha consultado a la Secretaría de Estado y al colegio cardenalicio. “El Consejo - ha dicho- tiene ya ochenta documentos que han circulado entre ellos y el Secretario, el obispo Semeraro, ha preparado una amplia síntesis. Igualmente, a lo largo de estos meses, han hablado también unos con otros y en algunas ocasiones, con el Santo Padre”.

Sin memoria y sin promesa no hay futuro, según el Papa

CIUDAD DEL VATICANO.- No una organización con una programación perfecta, sino “paz y alegría” son las señales de la presencia de Dios en la Iglesia: lo dijo el Papa Francisco en la Misa de la mañana del lunes en la Casa de Santa Marta comentando las lecturas del día. 

Los discípulos estaban entusiastas, hacían planes, proyectos para el futuro sobre la organización de la Iglesia naciente, discutían sobre quién fuese el más grande e impedían hacer el bien en nombre de Jesús a los que no pertenecían a su grupo. Pero Jesús – explicó el Papa – los sorprende, cambiando el centro de la discusión de la organización a los niños: “¡pues el más pequeño de entre ustedes- dice- ése es el más grande!”. Así, en la Lectura del profeta Zacarías se habla de las señales de la presencia de Dios: no “una organización bonita” ni “un gobierno que vaya adelante, todo ordenado y todo perfecto”, sino los ancianos que se sientan en las plazas y los niños que juegan. El riesgo es aquel de descartar ya sea a los viejos que a los niños. El Obispo de Roma recordó la dura advertencia de Jesús hacia quien escandaliza a los más pequeños:
“El futuro de un pueblo se encuentra precisamente allí, en los ancianos y en los niños. Un pueblo que no se preocupa por sus viejos y por sus niños no tiene futuro, porque ¡no tendrá memoria y no tendrá promesa! ¡Los ancianos y los niños son el futuro de un pueblo! Cuán normal es dejarlos de lado ¿no? Tranquilizar a los niños con un caramelo, con un juego: Juega, juega; Anda, anda. Y a los viejos no dejarlos hablar, no tener en cuenta sus consejos: ‘Son viejos, pobrecitos…”.
Pero los discípulos– subrayó el Papa - no entendían:
“Yo comprendo, los discípulos querían la eficacia, querían que la Iglesia avanzase sin problemas y esto se puede convertir en una tentación para la Iglesia: ¡la Iglesia del funcionalismo! ¡La Iglesia bien organizada! ¡Todo en su sitio, pero sin memoria y sin promesa! Esta Iglesia, así, no funcionará: será la Iglesia de la lucha por el poder, será la Iglesia de los celos entre los bautizados y de tantas otras cosas que existen cuando no hay memoria y non hay promesa”.
Por lo tanto, observó Francisco, la “vitalidad de la Iglesia” no está dada por documentos y reuniones “para planificar y hacer bien las cosas”: Estas son realidades necesarias, pero no son “la señal de la presencia de Dios”:
“La señal de la presencia de Dios es ésta, así dice el Señor: ‘Aún se sentarán viejos y viejas en las plazas de Jerusalén, cada cual con su bastón en la mano, por ser muchos sus días; las plazas de la ciudad se llenarán de muchachos y muchachas en sus plazas jugando’. Juego nos hace pensar en alegría: es la alegría del Señor. Y estos ancianos, sentados con el bastón en la mano, tranquilos, nos hacen pensar en la paz. Paz y alegría: ¡éste es el aire de la Iglesia!”.

Francisco: " Para conocer a Jesús es necesario implicarse con Él"

CIUDAD DEL VATICANO.- Para conocer a Jesús es necesario implicarse con Él. Es cuanto subrayó el Papa Francisco la mañana del 26 de septiembre en su homilía de la misa celebrada en la Capilla de la Casa de Santa Marta. El Santo Padre afirmó que a Jesús no se lo puede conocer en “primera clase”, sino en la vida cotidiana de todos los días. De ahí que el Pontífice indicara los tres lenguajes necesarios para conocer a Jesús, a saber: el de la mente, el del corazón y el de la acción”.

¿Quién es éste, de dónde viene? El Papa Francisco desarrolló su homilía matutina partiendo de la pregunta que Herodes se plantea sobre Jesús. Un interrogante, dijo, que en realidad se plantean todos los que encuentran a Jesús. Y afirmó que es una pregunta “que se puede hacer por curiosidad” o se “puede hacer por seguridad”. A la vez que observó que leyendo el Evangelio vemos que “algunos comienzan a tener miedo de este hombre, porque los puede llevar a un conflicto político con los romanos”. “¿Quién es éste que causa tantos problemas?”. Porque, verdaderamente, dijo el Papa, “Jesús causa problemas”:
“No se puede conocer a Jesús sin tener problemas. Y yo oso decir: ‘Pero si tú quieres tener un problema, ve por el camino de conocer a Jesús. No uno, ¡tantos tendrás!’. ¡Pero es el camino para conocer a Jesús! ¡No se puede conocer a Jesús en primera clase! A Jesús se lo conoce en lo cotidiano de todos los días. No se puede conocer a Jesús en la tranquilidad, ni siquiera en la biblioteca… ¡Conocer a Jesús!”.
Francisco añadió que ciertamente “se puede conocer a Jesús en el Catecismo”, porque “el Catecismo nos enseña tantas cosas sobre Jesús”. Y añadió que “debemos estudiarlo, debemos aprenderlo”. De este modo “conocemos al Hijo de Dios, que ha venido para salvarnos; comprendemos toda la belleza de la historia de la Salvación, del amor del Padre, estudiando el Catecismo”. Y sin embargo, preguntó el Papa, ¿cuántos han leído el Catecismo de la Iglesia Católica desde que ha sido publicado hace más de veinte años?
“Sí, se debe conocer a Jesús en el Catecismo. Pero no es suficiente conocerlo con la mente: es un paso. Pero a Jesús es necesario conocerlo en el diálogo con Él, hablando con Él, en la oración, de rodillas. Si tú no rezas, si tú no hablas con Jesús, no lo conoces. Tú sabes cosas de Jesús, pero no vas con el conocimiento que te da el corazón en la oración. Conocer a Jesús con la mente, el estudio del Catecismo; conocer a Jesús con el corazón, en la oración, en el diálogo con Él. Esto nos ayuda bastante, pero tampoco es suficiente... Hay un tercer camino para conocer a Jesús: es el seguimiento. Ir con Él, caminar con Él”.
Es necesario “andar, recorrer sus caminos, ¡caminando”. Es necesario, afirmó el Papa, “conocer a Jesús con el lenguaje de la acción”. He aquí entonces que se puede conocer verdaderamente a Jesús con estos “tres lenguajes, de la mente, del corazón y de la acción”. Por tanto, si “yo conozco a Jesús así – dijo Francisco al concluir – me implico con Él”:
“No se puede conocer a Jesús sin implicarse con Él, sin jugarse la vida por Él. Cuando tanta gente – también nosotros – se hace esta pregunta: ‘¿Pero quién es éste?’, la Palabra de Dios nos responde: ‘¿Tú quieres conocer quién es éste? Lee lo que la Iglesia te dice de Él, habla con Él en la oración y camina por su camino con Él. De este modo tú conocerás quién es este hombre’. ¡Éste es el camino! ¡Cada uno debe hacer su elección!”.

El Estado pagará 13,2 millones al mes a la Iglesia católica española

MADRID.- El Estado español abonará mensualmente 13,2 millones de euros a la Iglesia católica durante el año 2014 (158,4 millones de euros al año) como anticipo del dinero que previsiblemente le entregarán los contribuyentes que marquen la casilla de la Iglesia del IRPF por la que otorgan el 0,7% a la institución, según los datos recogidos en los Presupuestos Generales del Estado para el 2014. Se trata de la misma cantidad entregada en 2012 y 2013.

La ley señala que antes del 30 de noviembre de 2015, se efectuará una liquidación provisional de la asignación correspondiente a 2014, practicándose la liquidación definitiva antes del 30 de abril de 2016.
En ambas liquidaciones, una vez efectuadas, se procederá por las dos partes a regularizar, en un sentido o en otro, el saldo existente, de forma que si la Iglesia recibió más dinero del que luego le han concedido los contribuyentes, se lo devolverá al Estado y viceversa.
Además, el Gobierno ha vuelto a retrasar un año el plazo previsto en la Ley de Patrimonio Histórico Español en relación con el Inventario de Bienes Muebles de la Iglesia.
La disposición transitoria quinta de la Ley del Patrimonio Histórico Español dicta que en los diez años siguientes a la entrada en vigor de la ley, lo dispuesto en el artículo 28.1 de la misma se entenderá referido a los bienes muebles integrantes del Patrimonio Histórico Español en posesión de las instituciones eclesiásticas.
Concretamente, este artículo establece que los bienes muebles declarados de interés cultural y los incluidos en el Inventario General que estén en posesión de instituciones eclesiásticas, en cualquiera de sus establecimientos o dependencias, no podrán transmitirse por título oneroso o gratuito ni cederse a particulares ni a entidades mercantiles.
Además, precisa que dichos bienes sólo podrán ser enajenados o cedidos al Estado, a entidades de Derecho Público o a otras instituciones eclesiásticas.
También se modifica la disposición adicional sexagésima de la Ley de Presupuestos Generales del Estado para 2013, que queda redactada como sigue: 'Beneficios fiscales aplicables a la celebración del V Centenario del Nacimiento de Santa Teresa de Jesús en el año 2015'.
Así, señala que esta celebración tendrá la consideración de acontecimiento de excepcional interés público a los efectos de lo dispuesto en el artículo 27 de la Ley de régimen fiscal de las entidades sin fines lucrativos y de los incentivos fiscales al mecenazgo.
Además, establece que la duración del programa de apoyo a este acontecimiento abarcará desde el 1 de enero de 2013 al 31 de diciembre de 2015 y que las actuaciones a realizar serán las que aseguren el adecuado desarrollo del acontecimiento.

Francisco agradece a la Comunidad de San Egidio mantener encendida la lámpara de la esperanza

CIUDAD DEL VATICANO.- El Papa Francisco recibió este mediodía a los participantes en el Encuentro organizado por la Comunidad de San Egidio que reúne a gentes y religiones diferentes bajo el título desafiante: "El valor de la esperanza." El Papa agredeció al Prof. Andrea Riccardi, la tenacidad con la que han seguido el camino trazado en 1986 por el Beato Juan Pablo II en el histórico encuentro de Asís: conservar encendida la lámpara de la esperanza, rezando y trabajando por la paz.

“Precisamente en los últimos meses, sentimos que el mundo necesita el "espíritu" que animó aquel encuentro histórico. ¿Por qué? ¿Por qué tiene tanta necesidad de paz. No! Nunca podemos resignarnos al dolor de pueblos enteros, rehenes de la guerra, de la pobreza, de la explotación. No podemos quedar indiferentes e impotentes frente a la tragedia de niños, familias y ancianos golpeados por la violencia. No podemos permitir que el terrorismo ahogue el corazón de unos pocos violentos para sembrar dolor y muerte a tanta gente. Con fuerza todos decimos que no puede haber ninguna justificación religiosa a la violencia, cualquiera que sea la forma con que se manifieste”.
¿Qué podemos hacer? se preguntó el Papa: “Tener el valor del diálogo, que da esperanza” en un mundo y en una sociedad donde hay poca paz porque falta el diálogo.
“Para la paz necesitamos un diálogo tenaz, paciente, fuerte, inteligente, con el que nada se pierde. El diálogo puede ganar la guerra. El diálogo hace convivir personas de distintas generaciones, que a menudo se ignoran; hace convivir ciudadanos de diferentes orígenes étnicos, de diferentes creencias. El diálogo es el camino de la paz”.
El Santo Padre insistió que los líderes religiosos están llamados a ser verdaderos dialogantes para actuar en la construcción de la paz no como intermediarios, sino como auténticos mediadores.
“Los intermediarios intentan hacer descuentos a todas las partes, con el fin de obtener un beneficio para sí mismos. El mediador, en cambio, es el que no se queda con nada para sí mismo, sino que se entrega generosamente, hasta el final, sabiendo que la única ganancia es la de la paz. ¡Cada uno de nosotros está llamado a ser un artesano de la paz, uniendo no dividiendo; extinguiendo el odio y no conservándolo; abriendo los canales del diálogo y no erigiendo nuevos muros! Dialogar, encontrarse para establecer en el mundo la cultura del diálogo, la cultura del encentro”.

Gran Mufti de Arabia Saudita: «Fuera las iglesias de la Península Arábiga»

RIAD.- Abdul Aziz bin Abdullah, el Gran Mufti de Arabia Saudita - un país aliado con Occidente en la política mundial - ha declarado que «es necesario destruir todas las iglesias de la región». Según la información de la Agencia Fides, en declaraciones a una delegación de Kuwait llegada a Arabia, Abdul Aziz bin Abdullah ha hecho hincapié en que la eliminación de las iglesias estaría de acuerdo con la regla que establece el Islam como la única religión viable en la Península Arábiga. 

El Gran Mufti de Arabia Saudita es el líder religioso más importante en el reino sunita. También es cabeza del «Consejo Superior de Ulemas» (eruditos islámicos) y del Comité Permanente para emitir fatwas (decretos religiosos).
La declaración del Mufti se produce después de que un parlamentario de Kuwait, Osama Al-Munawer, anunciase el mes pasado en el sitio de redes sociales «Twitter» su intención de presentar un proyecto de ley para prohibir la construcción de nuevas iglesias y lugares de culto no islámicos en Kuwait.
Recientemente, con motivo de la consagración de una iglesia católica en los Emiratos Árabes, los cristianos locales esperaban «la apertura de negociaciones para construir una iglesia en Arabia Saudita», ya que en el reino saudí viven, según las estimaciones, entre 3 y 4 millones de cristianos, todos trabajadores inmigrantes que desean tener una iglesia.
En junio de 2013, el Cardenal Fernando Filoni, Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, consagró la nueva iglesia de San Antonio en los Emiratos Árabes Unidos, cerca de Dubai, y una nueva iglesia dedicada a San Pablo se encuentra en construcción en Abu Dhabi. A principios de 2013, el Rey de Bahrein donó a la comunidad cristiana un terreno para la construcción de una nueva iglesia, la Catedral de Nuestra Señora de Arabia .

domingo, 29 de septiembre de 2013

El Papa a los catequistas en el Año de la Fe: Custodiar y alimentar la memoria de Dios

CIUDAD DEL VATICANO.- El Santo Padre Francisco presidió esta mañana en la plaza de san Pedro, ante decenas de miles de fieles y peregrinos, la Santa Misa en ocasión de la Jornada de los catequistas, que llegaron en peregrinación a la Tumba de Pedro para el Año de la Fe. Una oportunidad también para recordar el 20º aniversario de la publicación del catecismo de la Iglesia Católica. 

El Papa, en una vibrante homilía, habló directamente a los catequistas, advirtiéndoles del riesgo de “apoltronarse en la comodidad” y en “la mundanidad” de la vida. Esto sucede “cuando perdemos la memoria de Dios”. Y el catequista es el que “custodia y alimenta la memoria de Dios, como la Virgen María que, ante la obra maravillosa de Dios en su vida, no piensa en el honor, el prestigio, la riqueza, no se cierra en sí misma”. 

Y así es para todo cristiano, ha afirmado el Santo Padre: “la fe contiene precisamente la memoria de la historia de Dios con nosotros, la memoria del encuentro con Dios, que crea y salva, que nos transforma” y el catequista es precisamente “un cristiano que pone esta memoria al servicio del anuncio; no para exhibirse, no para hablar de sí mismo, sino para hablar de Dios, de su amor y su fidelidad”.


Texto completo de la homilía del Santo Padre Francisco:
1. «¡Ay de los que se fían de Sión,... acostados en lechos de marfil!» (Am 6,1.4); comen, beben, cantan, se divierten y no se preocupan por los problemas de los demás.
Son duras estas palabras del profeta Amós, pero nos advierten de un peligro que todos corremos. ¿Qué es lo que denuncia este mensajero de Dios, lo que pone ante los ojos de sus contemporáneos y también ante los nuestros hoy? El riesgo de apoltronarse, de la comodidad, de la mundanidad en la vida y en el corazón, de concentrarnos en nuestro bienestar. Es la misma experiencia del rico del Evangelio, vestido con ropas lujosas y banqueteando cada día en abundancia; esto era importante para él. ¿Y el pobre que estaba a su puerta y no tenía para comer? No era asunto suyo, no tenía que ver con él. Si las cosas, el dinero, lo mundano se convierten en el centro de la vida, nos aferran, se apoderan de nosotros, perdemos nuestra propia identidad como hombres: miren bien, el rico del Evangelio no tiene nombre, es simplemente «un rico». Las cosas, lo que posee, son su rostro, no tiene otro.
Pero intentemos preguntarnos: ¿Por qué sucede esto? ¿Cómo es posible que los hombres, tal vez también nosotros, caigamos en el peligro de encerrarnos, de poner nuestra seguridad en las cosas, que al final nos roban el rostro, nuestro rostro humano? Esto sucede cuando perdemos la memoria de Dios. "Ay de los que se fían de Sión", decía el profeta. Si falta la memoria de Dios, todo queda comprimido en el yo, en mi bienestar. La vida, el mundo, los demás, pierden consistencia, ya no cuentan nada, todo se reduce a una sola dimensión: el tener. Si perdemos la memoria de Dios, también nosotros perdemos la consistencia, también nosotros nos vaciamos, perdemos nuestro rostro como el rico del Evangelio. Quien corre en pos de la nada, él mismo se convierte en nada, dice otro gran profeta, Jeremías (Cf. Jr 2,5). Estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, no a imagen y semejanza de de las cosas, de los ídolos.
2. Entonces, mirándoles a ustedes, me pregunto: ¿Quién es el catequista? Es el que custodia y alimenta la memoria de Dios; la custodia en sí mismo y sabe despertarla en los demás. Qué bello es esto: hacer memoria de Dios, como la Virgen María que, ante la obra maravillosa de Dios en su vida, no piensa en el honor, el prestigio, la riqueza, no se cierra en sí misma. Por el contrario, tras recibir el anuncio del Ángel y haber concebido al Hijo de Dios, ¿qué es lo que hace? Se pone en camino, va donde su anciana pariente Isabel, también ella encinta, para ayudarla; y al encontrarse con ella, su primer gesto es hacer memoria del obrar de Dios, de la fidelidad de Dios en su vida, en la historia de su pueblo, en nuestra historia: «Proclama mi alma la grandeza del Señor... porque ha mirado la humillación de su esclava... su misericordia llega a sus fieles de generación en generación» (Cf. Lc 1,46.48.50). María tiene memoria de Dios.
En este cántico de María está también la memoria de su historia personal, la historia de Dios con ella, su propia experiencia de fe. Y así es para cada uno de nosotros, para todo cristiano: la fe contiene precisamente la memoria de la historia de Dios con nosotros, la memoria del encuentro con Dios, que es el primero en moverse, que crea y salva, que nos transforma; la fe es memoria de su Palabra que inflama el corazón, de sus obras de salvación con las que nos da la vida, nos purifica, nos cura, nos alimenta. El catequista es precisamente un cristiano que pone esta memoria al servicio del anuncio; no para exhibirse, no para hablar de sí mismo, sino para hablar de Dios, de su amor y su fidelidad. Hablar y transmitir todo aquello que Dios ha revelado. La doctrina en su totalidad. Sin quitar ni agregar.
San Pablo recomienda a su discípulo y colaborador Timoteo sobre todo una cosa: Acuérdate, acuérdate de Jesucristo, resucitado de entre los muertos, a quien anuncio y por el que sufro (Cf. 2 Tm 2,8-9). Pero el Apóstol puede decir esto porque él es el primero en acordarse de Cristo, que lo llamó cuando era un perseguidor de los cristianos, lo conquistó y transformó con su gracia.
El catequista, pues, es un cristiano que lleva consigo la memoria de Dios, se deja guiar por la memoria de Dios en toda su vida, y la sabe despertar en el corazón de los otros. Esto requiere esfuerzo. Compromete toda la vida. El mismo Catecismo, ¿qué es sino memoria de Dios, memoria de su actuar en la historia, de su haberse hecho cercano a nosotros en Cristo, presente en su Palabra, en los sacramentos, en su Iglesia, en su amor? Queridos catequistas, les pregunto: ¿Somos nosotros memoria de Dios? ¿Somos verdaderamente como centinelas que despiertan en los demás la memoria de Dios, que inflama el corazón?
3. «¡Ay de los que se fían de Sión!», dice el profeta. ¿Qué camino se ha de seguir para no ser «superficiales», como los que ponen su confianza en sí mismos y en las cosas, sino hombres y mujeres de la memoria de Dios? En la segunda Lectura, san Pablo, dirigiéndose de nuevo a Timoteo, da algunas indicaciones que pueden marcar también el camino del catequista, nuestro camino: Tender a la justicia, a la piedad, a la fe, a la caridad, a la paciencia, a la mansedumbre (Cf. 1 Tm 6,11).
El catequista es un hombre de la memoria de Dios si tiene una relación constante y vital con él y con el prójimo; si es hombre de fe, que se fía verdaderamente de Dios y pone en él su seguridad; si es hombre de caridad, de amor, que ve a todos como hermanos; si es hombre de «hypomoné», de paciencia y de perseverancia, que sabe hacer frente a las dificultades, las pruebas y los fracasos, con serenidad y esperanza en el Señor; si es hombre amable, capaz de comprensión y misericordia.
Pidamos al Señor que todos seamos hombres y mujeres que custodian y alimentan la memoria de Dios en la propia vida y la saben despertar en el corazón de los demás. Amén.

A la hora del ángelus el Papa invita a rezar una vez más por la paz en Siria y Oriente Medio

CIUDAD DEL VATICANO.- Una vez concluida la misa con los catequistas, el Papa Francisco rezó el ángelus con los miles de fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro. En esta ocasión, al saludar al Patriarca greco ortodoxo de Antioquía y de todo el Oriente el Obispo de Roma invitó a rezar, una vez más, por la paz en Siria y en Oriente Medio. También saludó en nuestro idioma a un grupo de peregrinos nicaragüenses y recordó la beatificación que tuvo lugar ayer en Croacia del sacerdote mártir Miroslav Bulešić.

Queridos hermanos y hermanas, antes de concluir esta celebración, quiero saludarlos a todos y agradecerles su participación, especialmente a los catequistas venidos de tantas partes del mundo.
Dirijo un saludo particular a mi Hermano Su Beatitud Youhanna X, Patriarca greco ortodoxo de Antioquía y de todo el Oriente. Su presencia nos invita a rezar, una vez más, por la paz en Siria y en Oriente Medio.
Saludo a los peregrinos venidos de Asís a caballo; así como al Club Alpino Italiano, en el 150° aniversario de su fundación.
Saludo con afecto a los peregrinos de Nicaragua, recordando que los pastores y fieles de esa querida Nación celebran con alegría el centenario de la fundación canónica de la Provincia eclesiástica.
Con alegría recordamos que ayer en Croacia, fue proclamado Beato Miroslav Bulešić, sacerdote diocesano, muerto mártir en 1947. Alabemos al Señor que dona a los inermes la fuerza del testimonio extremo.
Nos dirigimos ahora a María con la oración del ángelus.

Los obispos filipinos restauran la «oración a San Miguel» al final de la misa / Juanjo Romero *

En los últimos años algunos obispos han empezado a recuperar la oración a San Miguel al final de la misa, tal como la prescribió León XIII. 

Aunque el exorcismo formalmente nunca fue abolido por completo, la inserción en la Santa Misa pasó a mejor vida ya en los 60 [1]. Aún así, los papas han recomendado vivamente su rezo [2].

El siguiente paso para renovar –volver a hacer nuevo– este remedio no lo toma a título personal un obispo, lo hace toda una conferencia episcopal, la filipina. En una circular a todas las diócesis, la CBCP ( Catholic Bishops’ Conference of the Philippines) autoriza su uso después de la misa en el país y «recomienda encarecidamente su rezo por los grandes conflictos y problemas del país».

Mons. José Palma, Arzobispo de Cebú y Presidente de la CBCP, recuerda que:
A través de esta oración, invocamos a San Miguel para defendernos y defender nuestro país contra la malicia y las trampas del maligno.
Miguel, que significa «Quién como Dios», va a triunfar sobre todos los intentos malvados de desfigurar el rostro de la Humanidad porque Dios, que es más fuerte, actúa en él.
Quizá, para contextualizar mejor la noticia, convenga recordar que Filipinas es el tercer país con más católicos del mundo (tras Brasil y México) y la Iglesia en Filipinas supone el 7% de toda la Iglesia.

Me encantaría que el Santo Padre que recientemente consagró en el Vaticano imágenes de San Miguel y San José, y «extendió» a San José en el resto de plegarias eucarísticas, hiciese lo mismo que los obispos filipinos para la toda la Iglesia.

Las condiciones que aconsejaron a León XIII recomendar su rezo no eran mejores que las actuales. Y no recuerdo un papa que haya predicado tantas veces sobre el demonio en tan poco tiempo como el Papa Francisco, no me extraña que algunos anden tan revueltos.

(*) Profesor

Notas

[1] Instrucción Inter Oecumenici, 48 j, 26 de septiembre de 1964
[2] Beato Juan Pablo II: Regina Coeli, 24 de abril de 1994:
Seguramente tenía muy presente esa escena el Papa León XIII cuando, al final del siglo pasado, introdujo en toda la Iglesia una oración especial a san Miguel: «San Miguel arcángel, defiéndenos en la batalla contra los ataques y las asechanzas del maligno; sé nuestro baluarte…».
Aunque en la actualidad esa oración ya no se rece al final de la celebración eucarística, os invito a todos a no olvidarla, a rezarla para obtener ayuda en la batalla contra las fuerzas de las tinieblas y contra el espíritu de este mundo.

Los Papas Juan Pablo II y Juan XXIII serán proclamados santos a la vez

CIUDAD DEL VATICANO.- Los papas Juan Pablo II (1920-2005) y Juan XXIII (1881-1963), serán canonizados en los próximos meses en una fecha que será desvelada este lunes en El Vaticano.

Junto con Pío X (canonizado el 3 de septiembre de 1954), Ambos serán los tres pontífices proclamados santos en los últimos cien años.
La fecha de su canonización ha sido elegida por el Papa Francisco durante el consistorio celebrado este domingo y se especula con que se trate del primer domingo después de las celebraciones de la Semana Santa, cuando la Iglesia católica celebra la fiesta de la Divina Misericordia.
Una fiesta que instituyó el propio Karol Wojtyla tras hacer santa a la monja Faustina Kowalska en 2000, conocida como la santa Teresa de Jesús polaca.
El camino hacia la santidad tiene varios escalones: en los casos más tradicionales, primero es necesario ser nombrado Venerable Siervo de Dios, el título que se da tras la muerte a quien se le reconoce haber vivido "las virtudes de manera heroica".
Después, es necesario, tras una especie de "juicio", que sea reconocido un milagro para poder ser proclamado beato y después otro para la canonización, aunque el Papa puede saltarse alguno de estos pasos como en el caso de Juan XXIII.
La canonización del papa polaco (1920-2005) ha llegado en tiempo récord, pero ha seguido todos los pasos marcados por la Iglesia. En este sentido, fue facilitada por Benedicto XVI, quien retiró una norma que solía requerir un período de espera de cinco años antes de que pudieran iniciarse los trámites de canonización.
Y es que la subida a los altares de Juan Pablo II, cuyo papado duró casi 27 años, fue apoyada por aclamación popular tras el "santo súbito" (santo ya) que resonó durante días en la Plaza de San Pedro del Vaticano.
En mayo de 2011, La Congregación para las Causas, el organismo del Vaticano que evalúa a los candidatos a la santidad, eligió como primer milagro el caso de la monja francesa y enfermera Marie Simon Pierre, de 51 años. Según la comisión médica, la religiosa se curó de manera inexplicable de la enfermedad de Parkinson que padecía, la misma que sufrió Wojtyla en los últimos años de vida.
Los hechos se remontaban a 2005, dos meses después de la muerte del Papa polaco. A la monja se le había diagnosticado Parkinson en 1988 y apenas podía escribir ni caminar. El 2 de junio de 2005, la monja pidió a su superiora que le relevara de sus funciones en el hospital dónde prestaba sus servicios, pero esta la convenció para que rezara y pidiera a Juan Pablo II que le curara de su enfermedad. Según la versión de la monja, a la mañana siguiente la enfermedad había desaparecido.
En cuanto a Juan XXIII, el Papa Francisco, que en sus seis meses de pontificado ha resaltado en numerosas ocasiones la figura del llamado "Papa Bueno", sorprendió el 5 de julio pasado al anunciar que lo proclamará santo sin esperar ese milagro, en una decisión inédita.
El portavoz vaticano, Federico Lombardi, afirmó que Francisco, en el caso de Juan XXIII, no tiene dudas de su santidad. "Conocemos todos las virtudes y la personalidad del Papa Roncalli, no es necesario explicar los motivos de su santidad", dijo Lombardi. El portavoz precisó, no obstante, que ello no quiere decir que a partir de ahora todos los beatos sean canonizados sin un segundo milagro.
El arzobispo Loris Capovilla, de 95 años, que fue secretario privado de Juan XXIII, dijo que no le había sorprendido la decisión de Francisco, ya que el "Papa Bueno" era un hombre sencillo, humilde y obediente, y aseguró que la canonización será "la gran fiesta" del Concilio Ecuménico Vaticano II.
La santificación de Juan Pablo II y Juan XXIII se produce en el 50 aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, convocado por Roncalli, aquel papa del norte de Italia al que todos consideraban un papa de "transición".
Se da el caso de que Juan XXIII fue beatificado junto con el papa Pío IX, el polémico último papa-rey (1792-1878, elegido Papa en 1846).
La beatificación conjunta levantó una fuerte polémica en sectores de la Iglesia, que consideraron que se cometía una injusticia con el papa Roncalli al colocarle en el mismo nivel que a Pío IX.
Y es que según estos sectores, fueron dos pontífices de pensamientos opuestos y mientras Juan XXIII con el Concilio Vaticano II abrió la Iglesia al mundo y a los humildes, Pío IX se opuso a las conquistas sociales de su época, a la modernidad y al "Risorgimento" que llevó a la unidad de Italia y fue antisemita.
En esta ocasión, Juan XXIII será proclamado santo junto con otro papa, Wojtyla, el Pontífice más mediático de la historia de la Iglesia, de una personalidad arrolladora y observadores vaticanos aseguraron que, de nuevo, aunque por otra causa, el "Papa Bueno" quedará "eclipsado".

El Papa Francisco pone en marcha la limpieza de la Curia vaticana

CIUDAD DEL VATICANO.- «La revolución comienza el uno de octubre…» Se nota inquietud en la Curia vaticana. Está sucediendo algo que no controlan y que va a tener un enorme impacto en el futuro de la Iglesia, no sólo en su estructura burocrática central… Algunos, los más mezquinos, temen por su «carriera», pues habrá «poda» de organismos y plantillas en un Vaticano que ha dejado de ser trampolín para medrar en la carrera eclesiástica. Otros, habituados a las estructuras rígidas o a orientarse sólo con la brújula del Derecho Canónico, temen el caos, según el diario madrileño 'Abc'.


En cambio, quienes de verdad entendían a Benedicto XVI, se entusiasman con lo que está haciendo Francisco. El Papa emérito puso las bases teológicas de la revolución que ahora estalla y añadió la espoleta: el «shock» de su renuncia para dar paso a alguien «más vigoroso».

La operación es como un río subterráneo, con mucho más alcance de lo que parece a simple vista. Aunque pocos se enteraron, empezó hace dos años, cuando el Papa Benedicto explicó en Friburgo su proyecto de una Iglesia «desmundanizada» y pobre, llamada a centrarse en «la adoración a Dios y el servicio al prójimo». No va a cambiar la doctrina pero sí, y decisivamente, la actitud de la Iglesia.

El Vaticano contiene el aliento en vísperas de la primera reunión del grupo de ocho cardenales creado por Francisco para ayudarle en la reorganización de la Curia y «en el gobierno de la Iglesia universal». Trabajarán a puerta cerrada con el Papa del 1 al 3 de octubre. El día 4, fiesta de San Francisco, peregrinarán todos a Asís, donde saldrá a la luz parte de lo que se avecina en el futuro.

El «grupo de los ocho» está formado por gigantes del trabajo pastoral, elegidos para presidir asambleas episcopales continentales. Han consultado a sus colegas de cada continente y encarnan las antípodas de los problemas de la Curia vaticana: el «carrierismo», las «cordadas» de protegidos, la pasividad, el clericalismo… El pasado 13 de abril, cuando los grandes expertos curiales esperaban ser convocados para opinar sobre la reforma, Francisco les sorprendió creando un grupo formado enteramente por «outsiders». Como el problema está dentro, la solución tiene que venir de fuera.

El «G-8» está presidido por un cardenal del Nuevo Mundo, Oscar Rodríguez Maradiaga, antiguo presidente del episcopado latinoamericano (CELAM) y presidente desde hace seis años de Cáritas Internationalis, que engloba todas las Cáritas del planeta.

Como las mayorías absolutas de los fieles católicos están en América, hay otros dos cardenales americanos. Francisco Javier Errázuriz Ossa, de Santiago de Chile, antiguo presidente del CELAM, y Sean O’Malley, de Boston, experto en «hacer limpieza» en diócesis corroídas por los abusos sexuales.

Una reforma es más que una mejora del «management», pero la incluye. El cardenal de Múnich, Reinhard Marx, presidente de la Comisión de los Episcopados de la Comunidad Europea (COMECE), volvió a calificar de «escandaloso» que el banco del Vaticano (IOR) «haya estado acarreando descrédito a la Iglesia durante décadas».

La «hoja de ruta» del cambio de rumbo que ahora se ve, fue trazada por Benedicto XVI en dos encíclicas, «Deus Caritas Est» (2005) y «Caritas in Veritate» (2009), y en el discurso a los «católicos activos» pronunciado en Friburgo el 25 de septiembre del 2011. En cambio, la mejor guía para entender lo que está pasando es el Papa Francisco, que lo ha explicado a la Prensa. El pasado 28 de julio, en una entrevista con la televisión brasileña «Globo News» en Río de Janeiro, el Papa dijo que «la reforma de la Curia es una cosa muy seria. Calculo que necesitaremos dos o tres reuniones (del «G-8») antes de que se note algún cambio».

En su encuentro con los periodistas durante el vuelo de regreso a Roma, añadió que, aparte de la reorganización de la Curia —en la que «hay muchos santos» aunque «hace más ruido un árbol que cae que un bosque que crece»—, las reuniones de trabajo con los ocho cardenales abordarán también el problema de recepción de sacramentos por parte de los divorciados vueltos a casar.

Lo estudiarán «en el contexto del conjunto de la pastoral matrimonial» —que incluye dejar clara la seriedad del matrimonio antes de que los contrayentes acudan al altar—, y teniendo en cuenta la experiencia de la Iglesia ortodoxa «que da una segunda oportunidad» a la parte inocente.

Hace una semana, en la entrevista publicada en 16 revistas de los jesuitas, el Papa advertía que «muchos creen que los cambios y las reformas pueden llegar en un tiempo breve. Yo opino que se necesita tiempo para poner las bases de un cambio verdadero y eficaz». Probablemente, un par de años. En todo caso, «las reformas organizativas y estructurales son secundarias, es decir, vienen después. La primera reforma debe ser la de las actitudes. El Pueblo de Dios necesita pastores, y no funcionarios, clérigos de despacho».

En cuanto al Vaticano, «los dicasterios romanos están al servicio del Papa y de los obispos: tiene que ayudar a las Iglesias particulares y a las conferencias episcopales. Son instancias de ayuda. Cuando no son bien entendidos, corren el peligro de convertirse en organismos de censura. Los dicasterios romanos son mediadores, no intermediarios ni gestores». La revolución está servida.

domingo, 15 de septiembre de 2013

La Teología de la Liberación respira / Juan G. Bedoya


Los pobres, el dinero, el poder eclesiástico: he aquí buena parte de los debates entre eclesiásticos desde que el jesuita Francisco está al frente de la Iglesia romana. En medio, el fantasma de la Teología de la Liberación, un movimiento execrado con severidad durante los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI, éste en primera línea de combate cuando fue prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que es como se llama ahora el Santo Oficio de la Inquisición. Todavía en 2009, advirtió Ratzinger sobre los “desastrosos efectos” de esa corriente teológica. “Sus consecuencias, hechas de rebelión, división, ofensa y anarquía aún ahora se hacen sentir, creando gran sufrimiento y grave pérdida de fuerzas vivas”, dijo. Anteayer remachó la execración el cardenal arzobispo de Lima, Juan Luis Cipriani, del Opus Dei.

La teoría sobre la proverbial hostilidad entre la Compañía de Jesús y el Opus colmó de maledicencias la Red cuando fue elegido papa el jesuita argentino Jorge Mario Bergoglio, que tomó el nombre de Francisco, el santo de los pobres. ¿Se resignaría el Opus a perder más poder en el Vaticano, y, para colmo, a manos de sus competidores de antaño ante las altas burguesías católicas? Los pasos aperturistas de Francisco, sobre todo su revolucionaria sencillez y austeridad, además del tono cuasi revolucionario de algunos de sus discursos, empiezan a chirriar en sectores ultras de la Iglesia. No es casualidad que la primera reacción pública proceda del más alto eclesiástico del Opus, el cardenal de Lima. La chispa tampoco es baladí: la audiencia que Francisco concedió el miércoles al teólogo Gustavo Gutiérrez Merino, el fundador de la Teología de la Liberación (en la imagen).

El cardenal Cipriani calificó de “ingenuo” al prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el alemán Gerhard Müller, por haber promovido ese encuentro y por acoger en Roma a Gutiérrez como si fuese un gran pensador ortodoxo. Añadió el prelado en declaraciones a Radio Programas del Perú (RPP): “Müller es buen alemán y buen teólogo, un tanto ingenuo. Mi lectura es que ha querido acercarse a su amigo Gutiérrez, a quien le tiene cariño, a quien quiere de alguna manera ayudar a rectificar e insertarse en la Iglesia católica. La reunión está siendo utilizada para describir un acercamiento con una corriente teológica que hizo mucho daño a la Iglesia”.

Sostuvo Max Weber que los evangelios tienen la mala costumbre de hablar bien de los pobres y mal de los ricos. Resume esa impresión la parábola del camello y la aguja, que está con ligeras variaciones en los evangelios de Marcos, Mateo y Lucas. “Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entre un rico en el reino de Dios”. La frase debió hacerse famosa nada más pronunciarla Jesús, el fundador cristiano. Muy pronto iba a ser detenido cerca de Jerusalén, torturado y crucificado por el sistema de poder de su tiempo, también por el sistema religioso.

En sus comienzos, el mensaje cristiano puso el acento en el abismo que media entre los ricos y los pobres, entre los humildes y los poderosos. No siempre ha sido así, y menos cuando el imperio romano es relevado en Roma por el imperio católico. Pero siempre ha habido voces de teólogos y jerarquías en favor de los desheredados de la tierra. Teología para los pobres, no sobre los pobres.

La primera vez que se acuña el programa eclesiástico de “la opción por los pobres” es por boca de Juan XXIII, en 1962. Fue el pontífice que convocó el Concilio Vaticano II. Tenía dos preocupaciones, el diálogo con el mundo moderno y la unidad de las iglesias, pero días antes de la inauguración introdujo una tercera línea de debate: los pobres. “Opción por los pobres”, pidió. Seis años más tarde, en mayo de 1968, el entonces prepósito general de los jesuitas, Pedro Arrupe, pidió a los miembros de la Compañía de Jesús en América Latina que tal opción fuese “preferencial”. Así nació la Teología de la Liberación.

¿Tiene vigencia esta teología tras 40 años de condenas y castigos? La pregunta está en el ambiente, con gran preocupación entre los sectores que empiezan a recelar del discurso y las formas, claras y sencillas, del nuevo papa, jesuita y argentino. La pasada semana, el periódico del Vaticano, L’Osservatore Romano, dedicó gran espacio al libro en italiano De parte de los pobres, teología de la liberación, teología de la Iglesia, escrito por Gustavo Gutiérrez junto con el arzobispo Gerhard Ludwig Müller, exprelado de Ratisbona (Alemania) y actual prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe. Gutiérrez, ahora ingresado en un convento de dominicos en Francia, fue quien dio nombre al movimiento con la publicación en Lima, en 1971, del libro Teología de la Liberación.

Una fotografía del teólogo con el arzobispo Müller presentando ese libro en alemán, de hace algunos años, ha dado ahora la vuelta al mundo y ha alarmado a los detractores de esa teología. Müller fue alumno y es amigo del pensador peruano desde que, siendo joven el prelado alemán, acudió a Lima a foguearse entre los pobres. “Ese nombramiento como prefecto de la Congregación que se ocupa de la ortodoxia de la doctrina católica, sumado a la elección de un jesuita y arzobispo de Buenos Aires como obispo de Roma, fueron calificados en algunos ambientes como una revancha de la Teología de la Liberación, criticada por Juan Pablo II y por el cardenal Ratzinger”, escribió en mayo la agencia de noticias Zenit, propiedad de los Legionarios de Cristo.

Ha sido una impresión muy extendida. En aquel momento, esto es lo que declaró Müller, según la misma agencia: “Es necesario distinguir entre una teología de la liberación equivocada y una correcta. Un cristiano tiene que encontrarse en su casa en cualquier parte”. Antes, en 2004, había dicho en Ratisbona que “la teología de Gustavo Gutiérrez, al margen de cómo se la considere, es ortodoxa porque es ortopráctica y nos enseña el correcto modo de actuar cristiano, ya que deriva de la fe auténtica”.

Pero la agitación de partidarios y detractores trasciende la famosa fotografía. Esto opina el obispo Pedro Casaldáliga: “Con la llegada del papa Francisco se ha agitado el tema y nos hemos confirmado en la convicción de que la teología es Teología de la Liberación o no es teología, ciertamente no lo sería del Dios de Jesús”. ¿Quién le tiene miedo a la Teología de la Liberación?, se pregunta este prelado catalán, obispo desde 1971 de la diócesis de São Felix do Araguaia, la más extensa del Brasil. Amenazado de muerte por defender a los pobres y a sus combativos teólogos y sacerdotes, salvó la vida cuando Pablo VI advirtió bien alto, para que oyera la dictadura de aquel tiempo: “Quien toca a Pedro, toca a Pablo”. No tuvieron tanta suerte otros mártires de esa teología, como el también obispo Oscar Romero, de El Salvador, ya en tiempos de Juan Pablo II.

Que la primera encíclica escrita en solitario por Francisco vaya a titularse Beati pauperes (Bienaventurados los pobres), no avala a quienes le suponen veleidades con la teología de la liberación. Al contrario, ya expresó su criterio contrario durante el pasado viaje a Brasil, el mes pasado. Nada de experiencias que tengan algo que ver con el marxismo, ha proclamado. ¿Acaso es marxista la Teología de la Liberación? “Si doy limosna a un pobre, me llaman santo; si pregunto por qué hay tantos pobres e intento ayudarles, me llaman comunista”, se lamentaba Hélder Pessoa Cámara, el famoso obispo de Recife (Brasil).

Cuando murió Juan XXIII en pleno concilio, se escuchó a un monseñor de la Curia romana rezar por él. “Que Dios le perdone el daño que ha hecho a la Iglesia con este concilio”. Años más tarde, fue Pablo VI el execrado por la Iglesia tradicional a causa, sobre todo, de su apoyo a los padres de la Iglesia latinoamericana reunidos en Medellín (Colombia), en 1968, para ver cómo podían aplicar el Vaticano II en las realidades de América Latina. De aquel acontecimiento dice ahora Gustavo Gutiérrez: “El problema al que nos enfrentábamos no es cómo hablar de Dios en un mundo adulto, sino cómo anunciar a Dios como padre amoroso y justo en un mundo inhumano e injusto”.

Raúl Vera, obispo de Santillo (México), se suma a esa protesta y devuelve la pelota a quienes creen que Juan Pablo II y Ratzinger hicieron bien persiguiendo a prelados y sacerdotes comprometidos con Medellín y con Pablo VI. “No se corrigió en Puebla la Teología de la Liberación, se corrigió el Evangelio”, dice. Puebla, en México, fue donde el papa polaco tronó más alto contra los teólogos de la liberación. Raúl Vera, que fue prelado auxiliar del mítico Samuel Ruiz en la diócesis de Chiapas, ha estado este fin de semana en Madrid para hablar al congreso de la Asociación de Teólogos Juan XXIIII.

“¡Cómo me gustaría tener una Iglesia pobre y para los pobres!”, dijo Francisco la pasada primavera, nada más ser elegido papa. ¿Suena acaso a teología de liberación? Rodeado de potentados de todo el mundo, había afeado antes, en su primer discurso oficial, las ínfulas de poder de las jerarquías católicas. Raúl Vera, el obispo mexicano, susurró en aquel momento a su compañero de escaño en la basílica de San Pedro: “Oye, qué bien, este Papa viene a por nosotros”. Lo cuenta a El País antes de subrayar que Francisco también ha exhortado a los jóvenes a ser revoltosos (“tengan el valor de ir contra corriente”), y a los obispos a oler menos a pastor y más a oveja.

Hay un debate abierto sobre la vigencia de esta teología, o sobre su futuro, al que los obispos españoles no son ajenos. Sus medios de comunicación así lo reflejan, casi siempre con hostilidad. Sin embargo, callan al ser preguntados. Varios prelados se han negado a entrar en el tema, a consultas de El País. Es como si estuvieran esperando una señal del Vaticano, aparte la ya enviada por L’Osservatore Romano acogiendo a Gustavo Gutiérrez en sus páginas.

“Con un papa latinoamericano y, además, jesuita, la Teología de la Liberación no podía quedarse mucho tiempo en la sombra, donde ha estado relegada desde hace años”, dice Ugo Sartorio, teólogo italiano y director del Messaggero di Sant’Antonio, comentando ese hecho. “Se trata de una teología que fue dejada fuera de juego por un doble prejuicio: uno, que todavía no ha metabolizado la fase conflictiva de mediados de los años ochenta, y otro, el rechazo de una teología considerada demasiado de izquierdas y, por tanto, tendenciosa”, añade.

Esto opina Juan Rubio, director de Vida Nueva, la gran revista católica española (de la congregación marianista) con ediciones en Hispanoamérica: “La Teología de la Liberación ha ido creciendo en ramas distintas, coincidiendo con los cambios sociopolíticos de América Latina y del Caribe. Los planteamientos son distintos porque las situaciones son distintas. El análisis marxista ya quedó relegado en muchos de los posicionamientos de esta teología, pese a que hay quienes para atacarla aún siguen esgrimiendo injustamente esas razones de método. La pregunta es si esa teología es ya parte de la historia y cumplió su papel, o por el contrario, ha evolucionado y ofrece claves que puedan ayudar a entender la realidad de pobreza, injusticia y opresión, de nuevo cuño, en las que viven inmersos aun hoy aquellos países. Esa es la pregunta que se hacen muchos cristianos que ven en esta teología un compromiso afectivo y efectivo con el Evangelio y con la necesaria conversión de estructuras injustas. Nuevas perspectivas se abren, no hay que estar cerrados a ellas”.

Juan Rubio, que conoce bien a los obispos españoles y ha conversado durante horas en el reciente pasado con el papa Francisco (la edición argentina de Vida Nueva fue apadrinada por el actual pontífice, entonces arzobispo de Buenos Aires), sostiene que “la Teología de la Liberación, como una más, no la única y exclusiva, ayudará a aquellas iglesias a entender mejor aquellas realidades. Pueden ser más o menos discutibles algunos de sus puntos, pero lo que nunca puede hacer la Iglesia es amordazar e impedir el sano y libre ejercicio de la teología, así como la propia misión magisterial de la Iglesia. Un diálogo parece abrirse ahora de la mano de los seguidores de Gustavo Gutiérrez con un papa que, si bien no es considerado seguidor de esa teología, si está en condiciones de entenderla mejor. Se abre una etapa de dialogo en la que primará, sin duda, el reconocimiento a tantos hombres y mujeres que siguiendo estas líneas teológicas han dado su vida testimonialmente en defensa de los más pobres”.

En cambio, Juan José Tamayo, reelegido el sábado pasado secretario general de la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII, duda que la Iglesia institucional pueda asumir la Teología de la Liberación, pese a que a la vista de no pocos de los gestos, palabras, actitudes y opciones de Francisco, la respuesta pueda parecer afirmativa. Añade: “Así lo creen importantes sectores religiosos y laicos, incluidos los progresistas y hasta algunos teólogos —no así las teólogas— de la liberación. Yo creo, sin embargo, que una teología de la liberación que hace de la opción por los pobres su imperativo categórico es difícilmente asumible por la institución eclesiástica por el lugar social en el que se ubica —los pobres, los movimientos sociales—, la radicalidad de sus opciones —interculturalidad, pluralismo y diálogo interreligioso, diversidad sexual—, la revolución metodológica que implica y la crítica del poder eclesiástico y de sus instituciones”.

El l Papa elige un Renault 4 de 1984 para uso diario

ROMA.- El Papa Francisco, desde que ostenta su cargo, se ha desmarcado de muchas maneras de sus predecesores. Con diferentes actos y gestos apreciables por el gran público se ha erigido como el Papa más moderno y campechano de los que recientemente se recuerdan. Su contacto con la gente es cercano y ha hecho gala de su austeridad en numerosas ocasiones, como se ha señalado en los medios (por mucho que “hacer gala de la austeridad” se parezca demasiado a un oxímoron).

Entre uno de los muchos actos de cercanía al gran público –y que, por otro lado, traen de cabeza a los encargados del protocolo y la seguridad– destaca el afán de Su Santidad por hacer llamadas telefónicas. Sabemos que el Papa se ha adaptado sin problemas a las nuevas tecnologías y que tiene cuenta oficial en Twitter. No contento con ello, ha realizado una serie de llamadas telefónicas a diferentes personas cuando lo ha considerado conveniente.

Valga como ejemplo Anna Romano, una italiana de 35 años que se quedó embarazada de improviso. Su novio, que estaba casado, le instó a abortar. La mujer abandonó al padre de su hijo y decidió seguir con su embarazo y convertirse en madre soltera. Anna, además, está divorciada. Angustiada por la situación y preocupada por merecer la expulsión de la Iglesia, Romano escribió una carta al Papa. Como desconocía la dirección, simplemente puso en el sobre: “Su Santidad el Papa Francisco, Ciudad del Vaticano, Roma”. La carta llegó a su destino y Anna recibió una llamada consoladora del propio Papa que, según contaba La Stampa, se ofreció a bautizar al niño personalmente.
Ésta es sólo una de las varias anécdotas de llamadas telefónicas que el Papa ha realizado y que, sin poner en cuestión la bondad de sus intenciones, pueden no ser del todo efectivas. Alberto Melloni, un historiador del Vaticano y director de la Fundación Juan XIII para los Estudios Religiosos, en Bolonia, considera que la actitud del Papa puede ser muy perjudicial. “Hay una innumerable cantidad de personas que han padecido la violencia o la injusticia y que habrán escrito al Papa demandando unas palabras de consuelo, y está claro que él no puede responderles a todos”. Según Melloni, la gente podría pensar “¿Ves? Me siento fatal y el Papa ni siquiera me llama”.
Pero más allá de que estas actitudes sean un gesto puntual pero nada efectivo –o, incluso, contraproducente–, lo que es obvio es que están contribuyendo a labrar la imagen de cercanía y bondad que emana el Papa actual.
El mismo día que el Oxford English Dictionary aceptaba la palabra ‘selfie’, el Papa concretaba la definición en persona. ‘Selfie’ se refiere al célebre retrato popularizado por las redes sociales. La definición exige que esta imagen esté tomada con una cámara fotográfica o un dispositivo móvil y que sea posteriormente difundida por la red. Además, suelen ser fotos que se hace uno a sí mismo (de ahí el nombre).
Pues bien, el Papa Francisco rompía una vez más el protocolo y accedía a hacerse una foto de este tipo con un grupo de adolescentes que estaban visitando el Vaticano. La fotografía apareció en el Facebook de uno de los jóvenes, de ahí pasó a Twitter y de ahí a dar la vuelta al mundo 2.0.
El gesto, simpático y generoso, tiene las mismas pegas que las llamadas: como resulta lógico, es imposible que el Papa se haga una foto con todo aquel que lo requiera, y es entonces injusto acceder sólo en algunos casos. Además, en estos casos en que se halla en público no es recomendable que se salte el protocolo por lo que atañe a su propia seguridad.

Cuando el papamóvil es un Renault
El término está aceptado por la RAE, que define el papamóvil como el “vehículo acristalado y blindado que emplea el Papa en sus desplazamientos entre la multitud”.
Sin embargo, el coche de uso cotidiano del Papa será ahora un Renault 4 de 1984, donado por el reverendo Renzo Zozza, un cura de 69 años originario del norte de Italia. El vehículo, manual y de cuatro puertas, parece haber sido del gusto del Papa, que pretende darle un uso habitual, según ha dicho Ciro Benedettini, portavoz del Vaticano.
Es evidente que las actitudes del nuevo Papa se dirigen a un claro acercamiento a los fieles, una mayor accesibilidad y una austeridad más acorde con la que defiende la Iglesia católica. Habrá que esperar, tal vez, a que protocolo, eficacia y seguridad se adapten a los modos de hacer del Papa Francisco.

Francisco cumple seis meses / Rafael Ortega

Francisco ha cumplido seis meses de Pontificado. Medio año en el que nos ha dado a todos “razones para la esperanza”. Recordamos con gran emoción su homilía en la Eucaristía del 19 de marzo, que presidió con motivo del inicio de su ministerio. 

“Quisiera pedir por favor-nos dijo entonces- a todos los que ocupan puestos de responsabilidad en el ámbito económico, político o social, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, que seamos custodios de la creación, del designio de Dios inscrito en la naturaleza, guardianes del otro, del medio ambiente; no dejemos que los signos de destrucción y de muerte acompañen el camino de este mundo nuestro. Pero, para custodiar, también tenemos que cuidar de nos0tros mismos. Recordemos que el odio, la envidia, la soberbia, ensucian la vida”.

Unas palabras que recordamos, insisto con emoción, y que seguro que han servido a muchos, sobre todo en la Curia, cuando ahora de verdad comenzarán los cambios.

Son palabras que deben quedar impresas en nuestros corazones. Esta semana se ha celebrado en Madrid una interesante reunión, como ha sido el XXI Curso de Doctrina Social de la Iglesia,que ha organizado la Comisión de Pastoral de la Conferencia Episcopal Española en la Fundación Pablo VI y en la que he tenido la oportunidad de intervenir. Fernando Sebastián, Arzobispo Emérito de Pamplona, y una de las cabezas más preclaras del episcopado de nuestro país, nos ha recordado que “El político cristiano no puede prescindir de su concienciani de sus convicciones religiosas en el momento de tomar unas decisiones sin traicionarse a sí mismo o su fe. 

Seguro que Monseñor Sebastián se acordaba de las palabras de FRANCISCO, por eso, tala vez, denunció por igual el "nacionalcatolicismo" y el "laicismo excluyente y radical", actitudes todas "parciales y desmesuradas, incapaces de fundamentar una sociedad justa y dinámica". También Don Fernando se preguntaba por la actitud que deberíamos tomar los católicos para lograr la regeneración política y respondía:"Primero, la educación moral de la sociedad", pues "¿cómo podemos pedir una política honesta en una sociedad corrompida?".

Es saludable que obispos, aunque sean eméritos, sigan dando lecciones de buen hacer y que sepamos que su forma de actuar no ha cambiado, a pesar de algunos. FRANCISCO con sus seis meses de Pontificado ayuda, nos ayuda a todos y está sacudiendo a las conciencias. “Custodiar, nos decía ese 19 de marzo, quiere decir vigilar sobre nuestros sentimientos, nuestro corazón, porque ahí es de donde salen las intenciones buenas y malas: las que construyen y las que destruyen. No debemos tener miedo a la bondad, más aún, ni siquiera a la ternura”.

Por nuestra parte, solo decir: así sea.

“Si vivimos según la ley del ‘ojo por ojo, diente por diente', no salimos de la espiral del mal, dice el Papa

CIUDAD DEL VATICANO.- Antes de rezar la oración mariana del ángelus con varios miles de fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco recordó que en la Liturgia de este domingo se lee el capítulo 15 del Evangelio de san Lucas, con tres parábolas de la misericordia: la de la oveja perdida, la de la moneda perdida, y la del hijo “pródigo”. Y explicó que estas tres parábolas hablan de la alegría de Dios, que es perdonar. En el perdón está todo el Evangelio y el Cristianismo, dijo también el Obispo de Roma en una mañana lluviosa destacando que no se trata de ostentar buenos sentimientos, sino misericordia.

Por esta razón el Papa recordó una vez más que Jesús es todo misericordia y que la misericordia es la verdadera fuerza que puede salvar al hombre y al mundo del “cáncer” del pecado, del mal moral y espiritual. Puesto que sólo el amor llena los vacíos, los abismos negativos que el mal abre en los corazones y en la historia.
El Santo Padre también advirtió acerca del peligro que implica nuestra presunción de ser “justos”, de juzgar a los demás e incluso a Dios, perché pensamos que Él debería castigar a los pecadores y condenarlos a muerte, en lugar de perdonar. “¡Entonces sí – exclamó el Papa – que corremos el riesgo de permanecer fuera de la casa del Padre!”. Y destacó que “si vivimos según la ley del ‘ojo por ojo, diente por diente’, no salimos de la espiral del mal.
En sus saludos, hablando en nuestro idioma, el Papa Bergoglio recordó la beatificación que tuvo lugar ayer en Argentina del Cura Brochero:
Deseo unirme a la alegría de la Iglesia en Argentina por la beatificación de este pastor ejemplar, que a lomo de mula recorrió infatigablemente los áridos caminos de su parroquia, buscando, casa por casa, a las personas que le habían sido encomendadas para llevarlas a Dios. Pidamos a Cristo, por intercesión del nuevo Beato, que se multipliquen los sacerdotes que, imitando al Cura Brochero, entreguen su vida al servicio de la evangelización, tanto de rodillas ante el crucifijo, como dando testimonio por todas partes del amor y la misericordia de Dios.Queridos hermanos y hermanas. ¡Buenos días!
En la Liturgia de hoy se lee el capítulo 15 del Evangelio de Lucas, que contiene las tres parábolas de la misericordia: la de la oveja perdida, la de la moneda perdida, y después la más amplia de todas las parábolas, típica de san Lucas, la del padre de los dos hijos, el hijo “pródigo” y el hijo que se cree justo. Que se cree santo.
Todas estas tres parábolas hablan de la alegría de Dios. Dios es gozoso, es interesante esto, Dios es gozoso, y ¿cuál es la alegría de Dios? La alegría de Dios es perdonar, ¡la alegría de Dios es perdonar! Es la alegría de un pastor que encuentra a su ovejita; la alegría de una mujer que encuentra su moneda; es la alegría de un padre que vuelve a recibir en casa al hijo que se había perdido, que estaba como muerto y ha vuelto a la vida. Ha vuelto a casa.
¡Aquí está todo el Evangelio, aquí, eh, aquí está todo el Evangelio, está el Cristianismo! ¡Pero miren que no es sentimiento, no es “ostentación de buenos sentimientos”! Al contrario, la misericordia es la verdadera fuerza que puede salvar al hombre y al mundo del “cáncer” que es el pecado, el mal moral, el mal espiritual. Sólo el amor llena los vacíos, los abismos negativos que el mal abre en el corazón y en la historia. Sólo el amor puede hacer esto. Y ésta es la alegría de Dios.
Jesús es todo misericordia, Jesús es todo amor: es Dios hecho hombre. Cada uno de nosotros, cada uno de nosotros es esa oveja perdida, esa moneda perdida, cada uno de nosotros es ese hijo que ha desperdiciado su propia libertad siguiendo ídolos falsos, espejismos de felicidad, y ha perdido todo.
Pero Dios no nos olvida, el Padre no nos abandona jamás. Pero es un Padre paciente, nos espera siempre. Respeta nuestra libertad, pero permanece siempre fiel. Y cuando volvemos a Él, nos acoge como hijos, en su casa, porque no deja jamás, ni siquiera por un momento, de esperarnos, con amor. Y su corazón está de fiesta por cada hijo que vuelve. Está de fiesta porque es alegría. Dios tiene esta alegría, cuando uno de nosotros, pecadores, va a Él y pide su perdón.
¿Cuál es el peligro? Es que nosotros presumimos que somos justos, y juzgamos a los demás. Juzgamos también a Dios, porque pensamos que debería castigar a los pecadores, condenarlos a muerte, en lugar de perdonar. ¡Entonces sí que corremos el riesgo de permanecer fuera de la casa del Padre! Como ese hermano mayor de la parábola, que en lugar de estar contento porque su hermano ha vuelto, se enoja con el padre que lo ha recibido y hace fiesta. Si en nuestro corazón no hay misericordia, la alegría del perdón, no estamos en comunión con Dios, incluso si observamos todos los preceptos, porque es el amor el que salva, no la sola práctica de los preceptos. Es el amor por Dios y por el prójimo lo que da cumplimiento a todos los mandamientos. Y esto es el amor de Dios, su alegría, perdonar. Nos espera siempre. Quizá alguien tiene en su corazón algo grave, pero he hecho esto, he hecho aquello, Él te espera, Él es Padre. Siempre nos espera.
Si nosotros vivimos según la ley del “ojo por ojo, diente por diente”, jamás salimos de la espiral del mal. El Maligno es astuto, y nos hace creer que con nuestra justicia humana podemos salvarnos y salvar al mundo. En realidad, ¡sólo la justicia de Dios nos puede salvar! Y la justicia de Dios se ha revelado en la Cruz: la Cruz es el juicio de Dios sobre todos nosotros y sobre este mundo. ¿Pero cómo nos juzga Dios? ¡Dando la vida por nosotros! He aquí el acto supremo de justicia que ha vencido de una vez para siempre al Príncipe de este mundo; y este acto supremo de justicia es precisamente también el acto supremo de misericordia. Jesús nos llama a todos a seguir este camino: “Sean misericordiosos, como su Padre es misericordioso” (Lc 6, 36).
Yo les pido una cosa ahora. En silencio, todos, pensemos, cada uno piense, en una persona con la que no estamos bien, con la cual estamos enojados y que no la queremos. Pensemos en esa persona y en silencio en este momento oremos por esta persona. Y seamos misericordiosos con esta persona.
Invoquemos ahora la intercesión de María, Mater Misericordiae.


Palabras del Papa tras el rezo mariano

Tras el rezo mariano del Ángelus, el Obispo de Roma ha recordado que ayer fue proclamado beato en Argentina, José Gabriel Brochero, sacerdote de la diócesis de Córdoba. “Llevado por el amor de Cristo se dedicó por entero a su rebaño, para llevar a todos el Reino de Dios, con inmensa misericordia y celo por las almas”, ha dicho el Papa.
“Caminaba kilómetros y kilómetros cabalgando por las montañas, con su mula que se llamaba “cara fea” porque no era bonita… e iba también bajo la lluvia, porque era valiente, como ustedes que están bajo esta lluvia... Al final de su vida este beato era ciego y leproso, pero lleno de alegría, la alegría del buen pastor, del Pastor misericordioso”.
“Deseo unirme a la alegría de la Iglesia en Argentina por la beatificación de este pastor ejemplar, que a lomo de mula recorrió infatigablemente los áridos caminos de su parroquia, buscando, casa por casa, las personas que le habían sido encomendadas para llevarlas a Dios. Pidamos a Cristo, por intercesión del nuevo Beato, que se multipliquen los sacerdotes que, imitando al Cura Brochero, entreguen su vida al servicio de la evangelización, tanto de rodillas ante el crucifijo, como dando testimonio por todas partes del amor y la misericordia de Dios”.
Luego, Francisco ha mandado un saludado especial a los participantes que hoy concluyen, en Turín, la Semana Social de los católicos italianos, sobre el tema "La familia, esperanza y un futuro para la empresa italiana".
 “Acojo con satisfacción -ha dicho- el firme compromiso que existe en la Iglesia en Italia con las familias y para las familias, que es un fuerte estímulo para las instituciones y para todo el país ¡Continúen por este camino!”
En una jornada de mal tiempo en Roma, el Santo Padre ha saludo finalmente a todos los fieles que a pesar de la lluvia persistente han permanecido reunidos en la plaza de san Pedro para rezar el Ángelus dominical.

Un padre para todos

CIUDAD DEL VATICANO.- Un verdadero benefactor del pueblo que ayudó al crecimiento moral y espiritual de los fieles y a promover el progreso de la sociedad, la familia y la comunidad. Es el retrato de José Gabriel del Rosario Brochero (1840-1914) propuesto por el Cardenal Amato, el enviado pontificio, durante el rito de la beatificación del sacerdote argentino, este sábado, 14 de septiembre, en Villa Cura Brochero, ante una multitud de más de 150.000 personas, que desde las más tempranas horas de la madrugada se había reunido para presenciar el histórico evento.

Histórico, porque su beatificación involucró a toda la nación. Pues Brochero, en realidad, no era sólo un sacerdote, sino un verdadero benefactor de su país. "Su profundo trabajo de humanización - dijo el cardenal en la homilía - provenía de la predicación del Evangelio de Cristo y de su santidad personal, reconocida por todos a lo largo de su vida", tanto es así que en 1883, el diario "El Interior» de Córdoba publicó su biografía, como la lectura religiosa de la Semana Santa de ese año.
El celebrante pontificio narró algunos episodios de la vida del nuevo beato que llegaba con su mula a los más recónditos lugares “para llevar la palabra y el consuelo de la fe”. El corazón de Brochero se abrió sobre todo al abrazo de los más indigentes, con una inmensa caridad pastoral. “Testimoniaba con la vida lo que predicaba con las palabras". "Era el primero en trabajar -dijo el cardenal Amato-, transportando piedras, labrando la tierra”.
El purpurado también destacó cómo "la caridad pastoral del cura Brochero" era "creadora de comunión”.
 “Era un pastor y un padre para todos. Pero su predilección fueron los pobres, los enfermos, los más pequeños”. Les proveía de alimentos, de ropa, asistencia, según sus posibilidades". La caridad pastoral del beato Brochero estaba dirigida a la promoción integral de los fieles. Por esto añadió el representante del Papa Francisco, "se hizo cargo de la construcción de escuelas para la educación de los jóvenes, construyó caminos, canales de riego. Hizo el tramo local del ferrocarril y construyó el edificio de correos". De hecho, el bienestar social era importante para él como el bienestar espiritual”.
El cardenal Amato concluyó su homilía recordando “la caridad especial que el cura gaucho manifestaba a sus hermanos en el sacerdocio, exhortándoles a la oración, a la predicación, a la confesión semanal. Y les instaba a tres importantes compromisos: ser constantes en el ministerio de la sagrada Doctrina; a no cansarse nunca de ser misericordiosos, rezando, celebrando adorando y perdonando; y a ejercitar con alegría el ministerio sacerdotal de Cristo”.

sábado, 14 de septiembre de 2013

Que María nos haga sentir cuán grande y humilde es el misterio de la Cruz, pide Francisco

CIUDAD DEL VATICANO.- Precisamente en el día en que la Iglesia celebra la Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, al celebrar la misa de la mañana el Obispo de Roma afirmó que el misterio de la Cruz es un misterio grande para el hombre al que sólo es posible acercarse en la oración y en las lágrimas. Porque como afirmó el Papa en su homilía, en el misterio de la Cruz encontramos la historia del hombre y la historia de Dios, sintetizadas por los Padres de la Iglesia en la comparación entre el árbol del conocimiento del bien y del mal, en el Paraíso, y el árbol de la Cruz:

“Aquel árbol había hecho tanto mal y este árbol nos lleva a la salvación, a la salud. Perdona ese mal. Éste es el recorrido de la historia del hombre: un camino para encontrar a Jesucristo Redentor, que da su vida por amor. En efecto, Dios no ha enviado al Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo fuera salvado por medio de Él. Este árbol de la Cruz nos salva, a todos nosotros, de las consecuencias de aquel otro árbol, donde comenzó la autosuficiencia, el orgullo, la soberbia de querer conocer - nosotros - todo, según nuestra mentalidad, según nuestros criterios, y también según esa presunción de ser y de llegar a ser los únicos jueves del mundo. Ésta es la historia del hombre: de un árbol al otro”.
En la Cruz está también “la historia de Dios” – prosiguió explicando el Papa – “porque podemos decir que Dios tiene una historia”. En efecto, “Él ha querido asumir nuestra historia y caminar con nosotros”, haciéndose hombre, asumiendo la condición de siervo y haciéndose obediente hasta la muerte de Cruz:
“¡Dios hace este recorrido por amor! No hay otra explicación: sólo el amor hace estas cosas. Hoy miramos la Cruz, historia del hombre e historia de Dios. Miramos esta Cruz, donde se puede probar esa miel de aloe, esa miel amarga, esa dulzura amarga del sacrificio de Jesús. Pero este misterio es tan grande y nosotros solos no podemos ver bien este misterio, no tanto para comprender, sí, comprender..., sino sentir profundamente la salvación de este misterio. Ante todo el misterio de la Cruz. Sólo se puede comprender un poquito de rodillas, en la oración, pero también a través de las lágrimas: son las lágrimas las que nos acercan a este misterio”.
“Sin llorar, llorar en el corazón – subrayó Francisco – jamás se podrá comprender este misterio”. Es el llanto del arrepentido, el llanto del hermano y de la hermana que ven tantas miserias humanas” y las miran en Jesús, pero de rodillas y llorando, y jamás solos, ¡jamás solos!”:
“Para entrar en este misterio, que no es un laberinto pero que se parece un poco, siempre tenemos necesidad de la Madre, de la mano de la mamá. Que Ella, María, nos haga sentir cuán grande y cuán humilde es este misterio; cuán dulce como la miel y cuán amargo como el aloe. Que sea Ella quien nos acompañe en este camino, que ningún otros puede hacer sino nosotros mismos. ¡Cada uno debe hacerlo! Con la mamá, llorando y de rodillas”.

El Papa expresa su alegría por la beatificación del «cura gaucho» Brochero

CIUDAD DEL VATICANO.- El papa Francisco expresó su alegría por la beatificación hoy en Argentina del sacerdote argentino José Gabriel Brochero, «el cura gaucho», al que define como un «pastor con olor a oveja» y «pionero» a la hora de llevar el amor de Dios a las «periferias geográficas». En una carta dirigida a la Conferencia Episcopal de Argentina, Francisco alaba el «coraje apostólico» de Brochero (1840-1914), quien será beatificado en una ceremonia presidida por el cardenal italiano Angelo Amato, prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos.

«Que finalmente el cura Brochero esté entre los beatos es una alegría y una bendición muy grande para los argentinos y devotos de este pastor con olor a oveja, que se hizo pobre entre los pobres, que luchó siempre por estar bien cerca de Dios y de la gente, que hizo y continúa haciendo tanto bien como caricia de Dios a nuestro pueblo sufrido», afirma el papa argentino.
«El cura Brochero -añade- tiene la actualidad del Evangelio. Es un pionero en salir a las periferias geográficas y existenciales para llevar a todos el amor, la misericordia de Dios. No se quedó en el despacho parroquial, se desgastó sobre la mula y acabó enfermando de lepra, a fuerza de salir a buscar a la gente, como un sacerdote callejero de la fe».
En este sentido, el papa Jorge Mario Bergoglio, exarzobispo de Buenos Aires, destaca cómo el sacerdote argentino supo salir «de la cueva del egoísmo mezquino que todos tenemos» y pudo «conquistar también para Dios a personas de mala vida y paisanos difíciles». 
«Se cuentan por miles los hombres y mujeres que, con el trabajo sacerdotal de Brochero, dejaron el vicio y las peleas. Todos recibían los sacramentos durante los ejercicios espirituales y, con ellos, la fuerza y la luz de la fe para ser buenos hijos de Dios, buenos hermanos, buenos padres y madres de familia, en una gran comunidad de amigos comprometidos con el bien de todos», apunta. Por ello, el pontífice pide que «dejemos que el cura Brochero entre hoy, con mula y todo, en la casa de nuestro corazón y nos invite a la oración, al encuentro con Jesús, que nos libera de ataduras para salir a la calle a buscar al hermano, a tocar la carne de Cristo en el que sufre y necesita el amor de Dios».
Nacido en Santa Rosa, José Gabriel Brochero desarrolló toda su actividad pastoral en las sierras de Córdoba (Argentina) hasta su muerte en Villa del Tránsito, conocida en la actualidad como Villa Cura Brochero. El milagro que le atribuye la Iglesia Católica para su beatificación vino de la mano del pequeño Nicolás Flores, que estuvo a punto de morir en un accidente de tráfico y que, según certificó la Santa Sede, salvó su vida gracias a la intercesión de Brochero, a quien se encomendó su padre.

Carta del Papa Francisco para 

la beatificación en Argentina 

del Cura Brochero

Que finalmente el Cura Brochero esté entre los beatos es una alegría y una bendición muy grande para los argentinos y devotos de este pastor con olor a oveja, que se hizo pobre entre los pobres, que luchó siempre por estar bien cerca de Dios y de la gente, que hizo y continúa haciendo tanto bien como caricia de Dios a nuestro pueblo sufrido.
Me hace bien imaginar hoy a Brochero párroco en su mula malacara, recorriendo los largos caminos áridos y desolados de los 200 kilómetros cuadrados de su parroquia, buscando casa por casa a los bisabuelos y tatarabuelos de ustedes, para preguntarles si necesitaban algo y para invitarlos a hacer los ejercicios espirituales de san Ignacio de Loyola. Conoció todos los rincones de su parroquia. No se quedó en la sacristía a peinar ovejas.
El Cura Brochero era una visita del mismo Jesús a cada familia. Él llevaba la imagen de la Virgen, el libro de oraciones con la Palabra de Dios, las cosas para celebrar la Misa diaria. Lo invitaban con mate, charlaban y Brochero les hablaba de un modo que todos lo entendían porque le salía del corazón, de la fe y el amor que él tenía a Jesús.
José Gabriel Brochero centró su acción pastoral en la oración. Apenas llegó a su parroquia, comenzó a llevar a hombres y mujeres a Córdoba para hacer los ejercicios espirituales con los padres jesuitas. ¡Con cuánto sacrificio cruzaban primero las Sierras Grandes, nevadas en invierno, para rezar en Córdoba capital! Después, ¡cuánto trabajo para hacer la Santa Casa de Ejercicios en la sede parroquial! Allí, la oración larga ante el crucifijo para conocer, sentir y gustar el amor tan grande del corazón de Jesús, y todo culminaba con el perdón de Dios en la confesión, con un sacerdote lleno de caridad y misericordia. ¡Muchísima misericordia!
Este coraje apostólico de Brochero lleno de celo misionero, esta valentía de su corazón compasivo como el de Jesús que lo hacía decir: «¡Guay de que el diablo me robe un alma!», lo movió a conquistar también para Dios a personas de mala vida y paisanos difíciles. Se cuentan por miles los hombres y mujeres que, con el trabajo sacerdotal de Brochero, dejaron el vicio y las peleas. Todos recibían los sacramentos durante los ejercicios espirituales y, con ellos, la fuerza y la luz de la fe para ser buenos hijos de Dios, buenos hermanos, buenos padres y madres de familia, en una gran comunidad de amigos comprometidos con el bien de todos, que se respetaban y ayudaban unos a otros.
En una beatificación es muy importante su actualidad pastoral. El Cura Brochero tiene la actualidad del Evangelio, es un pionero en salir a las periferias geográficas y existenciales para llevar a todos el amor, la misericordia de Dios. No se quedó en el despacho parroquial, se desgastó sobre la mula y acabó enfermando de lepra, a fuerza de salir a buscar a la gente, como un sacerdote callejero de la fe. Esto es lo que Jesús quiere hoy, discípulos misioneros, ¡callejeros de la fe!
Brochero era un hombre normal, frágil, como cualquiera de nosotros, pero conoció el amor de Jesús, se dejó trabajar el corazón por la misericordia de Dios. Supo salir de la cueva del «yo-me-mi-conmigo-para mí» del egoísmo mezquino que todos tenemos, venciéndose a sí mismo, superando con la ayuda de Dios esas fuerzas interiores de las que el demonio se vale para encadenarnos a la comodidad, a buscar pasarla bien en el momento, a sacarle el cuerpo al trabajo. Brochero escuchó el llamado de Dios y eligió el sacrificio de trabajar por su Reino, por el bien común que la enorme dignidad de cada persona se merece como hijo de Dios, y fue fiel hasta el final: continuaba rezando y celebrando la misa incluso ciego y leproso.
Dejemos que el Cura Brochero entre hoy, con mula y todo, en la casa de nuestro corazón y nos invite a la oración, al encuentro con Jesús, que nos libera de ataduras para salir a la calle a buscar al hermano, a tocar la carne de Cristo en el que sufre y necesita el amor de Dios. Solo así gustaremos la alegría que experimentó el Cura Brochero, anticipo de la felicidad de la que goza ahora como beato en el cielo.
Pido al Señor les conceda esta gracia, los bendiga y ruego a la Virgen Santa que los cuide.
Afectuosamente,
Francisco

Aurelio San Juan: «En España la iglesia se ha situado junto a la corrupción»

MADRID.- Aurelio San Juan, padre blanco, tuvo que dejar, con profundo dolor de corazón, su casa en Bukavu, al este de la República Democrática de Congo, después de más de cincuenta años. Celebra la llegada del Papa Francisco a Roma. Lo ve como un revolucionario.

Le conocí en Bukavu, al este de la República Democrática de Congo, en uno de los últimos intentos del gigantesco, riquísimo, corrupto y desgraciado país africano de celebrar unas elecciones que cambiaran el curso de las cosas. Animaba en Congo una activa comunidad de Padres Blancos, una modélica imprenta, escuelas y talleres. Aurelio San Juan (Valdecañada, León, 1940) sigue vinculado a África desde la nueva casa de los Padres Blancos en Madrid, que ha contribuido a levantar con su probada honestidad y diligencia. San Juan estuvo en África, que no deja de añorar, desde 1966 a 2008. 

—¿Por qué se hizo misionero?
—Vengo de una ciudad de mineros y en aquella época vivían pobres, en la miseria. Y yo me dije: voy a hacerme sacerdote para ayudar a esa gente a salir de la miseria y la explotación.
—¿Y cuántos años tenía?
—Trece o catorce años.
—¿Y ya tenía la vocación clara en ese momento?
—Yo más bien tenía una vocación revolucionaria. Pero como me di cuenta de que no podía hacer nada, me metían en la cárcel, decidí ir al seminario. Pasaban padres blancos por allí, misioneros, y fue entonces cuando tomé la decisión de irme a África.
—¿Y por qué eligió a los padres blancos?
—Porque los padres blancos no son religiosos. Son sacerdotes de vida en común, y también somos internacionales. Vivimos con padres de otros países, mezclados, y nunca menos de tres. Ese es nuestro carisma. Quería también probar mi vocación, primero en Francia y Bélgica, donde estudié teología y francés.
—¿Cuando mira hacia atrás, la vida que ha entregado al Congo, y ve que el país no acaba de remontar, cuál es su sensación?
—Feliz. Yo he pasado unos años muy felices en el Congo y me iría de nuevo si pudiera ir a trabajar, y sobre todo después de la independencia, desde el 66 al 72, cuando veías que el país progresaba. Estoy muy agradecido a la gente. Un pueblo necesita siglos y quizá nosotros hemos sido muy rápidos. La humanidad cambia muy lentamente. Como predica el nuevo Papa, necesitamos una iglesia más sencilla, más pobre.
—¿Le ha sorprendido la elección de este Papa?
—Sí, pero por otro lado ya se esperaba algo, un cambio. La Iglesia ha empezado a poner los cimientos, la creación de una nueva Iglesia. La Iglesia, para que sea de verdad una iglesia, tiene que ser perseguida. Uno de los momentos más felices que pasé fue cuando Mobutu suprimió la religión. La Iglesia tiene que ser la conciencia crítica de la sociedad. En España me ha molestado el silencio de la Iglesia ante la corrupción. Se ha situado junto al poder.
—¿Y la elección del nombre?
—Francisco es amor hacia los pobres. Es un Papa que predica con gestos, predica con el ejemplo, y quiere que la Iglesia se manche con el barro.